Son insaciables, siempre contra Oviedo. Ahí está el caso del Museo de Bellas Artes. Después de retrasar doce años la ampliación -obras que no incluyen remodelar las instalaciones ya disponibles- ahora resulta que ni un duro para el día a día del año que viene. Como siempre, Oviedo, marginado, porque dinero hay, vaya si lo hay, para la Laboral de Girón y cía, que se llevará más de 3,5 millones de euros, y para el Oscar Mayer, que será agraciado con 1,1 millones.

El Museo de Bellas Artes no tiene ni remota comparación con la Laboral y el Mayer, por eso tratan de asfixiarlo para llevarse los cuadros a esas dos instalaciones fantasmales sin más uso que óperas de cuatro cuartos, con farturas adosadas y/o visitas espectrales de famosos que, según les paguen, dicen que el tinglado es maravilloso, supermaravilloso o supersupersupermaravilloso y que allí acabarán sus dichosos días creando sin parar en los cubos de la innovación, como gallinas ponedoras posmodernas. Vamos, el paradigma de artista esclavo, propio del mejor estalinismo.

El caso es que todo vale contra Oviedo. Incluso dejar al pairo el Museo de Bellas Artes, de los escasísimos equipamientos culturales asturianos que pueden competir con lo que hay más allá del Pajares. A vivir del aire y del remanente, que es una forma de castigar la austeridad y premiar el despilfarro de otros.

Y qué decir del Museo Arqueológico de Oviedo, de los mejores de España. Lleva dos años cerrado después de que concluyesen las hiperdestructivas obras de ampliación. ¿Dónde están las piezas?, ¿restaurarán la celda de Feijoo que destruyeron?, ¿qué harán para evitar la agresión a la Cámara Santa?, ¿qué ha sido de la puerta? y ¿qué ha sido también de la puerta del palacio de Toreno? Por cierto, que ahí celebrará el lunes la ministra de Cultura el cierre del jacobeo: todo menos acercarse a la Catedral. Son como vampiros, en cuanto ven una cruz tiemblan. Son como vampiros también en cuanto a los Presupuestos.