En fin, aunque no sea de gusto exquisito, no me queda más remedio que entonar el «ya lo decía yo» porque después de tantos años calificando de Albania del Cantábrico a esta dolida tierra asturiana nos enteramos, ayer mismo, de que la Camorra, la terrible mafia napolitana, adquiría la cocaína en Asturias.

No es una anécdota ni un hecho puntual ni una circunstancia fortuita, siquiera sea porque la fuente es un destacado experto en los grupos criminales de raíz italiana.

En el asunto asimismo estaban metidos vascos vinculados a la ETA.

Habría que añadir que aquí había, también, como se demostró en el juicio del 11-M, una mafia que traficaba con dinamita y su conexión con terroristas de la ETA siempre se sospechó aunque nada llegó a la sentencia porque realmente no había imputaciones en esa dirección. En todo caso la mafia astur de la Goma-2 es indiscutible y ésta, suministradora de cocaína para la Camorra, también. ¿Qué demonios ha ocurrido, y quizá siga ocurriendo, en Asturias, que se establecen semejantes relaciones? ¿por qué esta bendita tierra es solar central de mercaderías y negocios del nivel más sucio imaginable? ¿también hay tráfico de armas que, siempre se dice, está ligado a todo lo anterior? ¿quiénes son los capos y por qué no se saben ni siquiera sus nombres?

Lo comentaba el otro día y, ya se ve, ha tenido virtud premonitoria: si sobre un territorio, a cuenta en este caso del declive industrial y minero, se vierte como ayuda un río supercaudaloso de dineros, es de libro que esas riquezas sobrevenidas acabarán en buena medida en manos de indeseables que, engordados y engordados por sucesivas partidas, terminarán constituyendo una mafia tremenda.

Ahí está el tráfico de explosivos y ahora el narcotráfico a gran escala ya que aquí estaban los proveedores de la mafia napolitana, nada menos.

Un panorama como para salir corriendo y no parar ni siquiera en Villalpando.