Todos pendientes de Riopedre -de Renedo, que dicen para disimular-, de sus cuitas y rejas, y ahí tienen, paralelamente, otro escándalo de órdago en el Principado, en Medio Natural, donde una alta funcionaria firmó pagos -zas, zas, zas- a la empresa de su marido por cerca de ocho millones de pesetas -vamos es que ni disimulan-, y qué decir del parque de Fuentes del Narcea, donde, otra vez, el Principado ¡cambió la ley dos veces! para meter a un enchufado. Después estalló un escándalo, lo apartaron y ahora despiden a una persona para volver a recolocar al enchufado. ¿Qué intereses inconfesables hay en tanta maniobra sucia?

Todos pendientes de Riopedre, que tendrá lo suyo, si no la juez y la fiscal no lo habrían enviado a Villabona, mientras que por otros lados saltan las liebres corruptas como ni en las peores pesadillas se podría haber llegado a sospechar. Y Migoya sigue en la poltrona, encima va a encabezar una lista electoral -ayer, en las fotos con ZP en Oviedo-, Areces no da explicaciones en el Parlamento, como si Asturias fuese Egipto o Túnez, y, en fin, la gente no sale encendida a la calle, ya que no tenemos ni siquiera la gallardía de las poblaciones marginadas y hambrientas de los países hermanos del Mediterráneo.

No hay palabras para describir el gran charco asturiano.

O, mejor, las hay a montones y aquí van ya unas cuantas, pero al régimen le da exactamente igual. Incluso ahora que palpan la derrota permanecen impasibles porque ya se sabe que cuando todo se derrumba cualquier cambio precipitaría la caída general.

No hay palabras y sí hay palabras. Amigo lector, añade las que quieras a lo ya apuntado.