No todo va tan mal como los catastrofistas pregonan con términos apocalípticos. Al matrimonio Usha y Lakshmi Mittal le va de perlas. Por el dividendo de Arcelor solamente va a cobrar 344 millones de euros. Los bonus de los directivos de esta factoría tan cercana a «esti Gijón del alma» han de ser, lógicamente, también muy sustanciosos. No soplan malos vientos para la gente que trabaja entre Trasona y Veriña. Nuestros gobernantes ni se enteran, pues están con la milonga esa de «Asturias, paraíso natural» para convertir la región en un edén lúdico-turístico y hacer que los astures militemos todos en el gremio de hostelería. Parecen ignorar los gobernantes que tenemos un déficit -en el año pasado- de 1.650 millones de euros. Ese déficit no lo podremos salvar sirviendo culetes de sidra, dando conciertos de gaita y tambor, construyendo campos de golf y casinos como esos insensatos manchegos y baturros imitadores de Las Vegas de Yanquilandia.

La siderúrgica Arcelor alcanzó el pasado año unos beneficios que rondan los 2.200 millones de euros y los gobernantes siguen creyendo que el futuro de Asturias (Patria Querida) está en menudencias -caxigalines, decimos nosotros- lúdico-turísticas.

Prefiero en la costa occidental gijonesa astilleros y talleres de calderería que clubes, balnearios y chiringuitos que se autodenominan «bares de tapas» y «bares de copas». Caen en la obviedad creyendo que en los bares se pueden servir otras cosas que copas y tapas. Tal vez mi ignorancia no alcance a comprender que también en ellos se pueden encontrar esos polvitos blancos que algunos se meten por la nariz. En mis tiempos también los había, pero se llamaban bicarbonato sódico y los tomábamos para el ardor de estómago, producto de la resaca que ahora se llama tsunami.