Vuelven a volar los trastos del Consistorio gijonés por encima de las cabezas de nuestros munícipes, ahora a cuenta de las ocupaciones extraoficiales que el cargo de Alcaldesa deja, en su tiempo libre, a la señora Moriyón. Cabría preguntarse si ocupando un cargo en primera línea política se tiene tiempo libre. Salir al paso de un dato extraído de una estadística, bueno o malo, la rotura de una tubería de agua con importantes consecuencias en el barrio tal, quedar sin luz durante unas horas en el barrio cual, un hecho luctuoso en la ciudad, o las protestas de determinado colectivo, son situaciones que se dan, aunque algunas puedan resultar anómalas, y que no se producen todos los días, pero son también sencillos ejemplos de que para un regidor municipal el tiempo libre es algo bastante relativo.

Muchos compartimos el argumento, que desde FAC se defiende, de contraponer la figura del político profesional sin oficio ni beneficio frente al político con vocación de servicio a la comunidad y nicho laboral para cuando la vida pública toque a su fin, pero el manoseo sentimental en exceso puede resultar cargante, y lo que es peor, sospechoso. Sospechoso por servir de coartada para el enfrentamiento con la oposición que, dicho sea de paso, lo pone en bandeja, ocultando así su incapacidad a la hora de hacer propuestas constructivas en beneficio de todos.

Como antes, ahora con nuevo actor en escena, Foro Asturias, los sufridos ciudadanos volvemos a ser rehenes de disputas partidistas y el empleo de gruesas descalificaciones, creándose un clima de tensión política que de ningún modo podemos permitirnos. Los partidos con representación municipal reproducen, para nuestra desgracia, las pautas de conducta que viene protagonizando la vida política española desde hace ya demasiado tiempo. Todo lo que vaya más allá de las legítimas diferencias políticas, fruto del contraste de propuestas, son riñas de partidarias que la oposición aprovechará para desgastar al partido con responsabilidades de gobierno, mientras éste esgrime argumentos con los que mantener prietas las filas entre los convencidos, intentando minimizar los efectos. La pérdida de tiempo que esto supone y las energías que se desperdician van al debe de la gestión política, entendida como la búsqueda del bien común.

Debe aclararse si la señora Moriyón contradice o no la ley, más allá de lo altruista que nos parezca su trabajo como cirujana de forma esporádica, y la oposición está en su derecho de pedir responsabilidades, pero convertir este asunto en centro de debate político, con la de cosas que hay que hacer, es una irresponsabilidad que aleja aún más de la política a los incrédulos, cabrea a los que han apostado por el cambio sin mucha convicción y coloca a las respectivas parroquias en posesión de la verdad absoluta. Sosiego, y apostar por llegar a acuerdos hablando de política es la única fórmula para la búsqueda de soluciones, que es precisamente lo que queremos y necesitamos.