El 8 de octubre falleció, a los 78 años, Manuel Vigil González-Cutre, médico oftalmólogo y persona muy querida en Gijón. Para nosotros la tristeza de su pérdida es enorme, pues era uno de los socios más antiguos del Ateneo Jovellanos y estuvo siempre muy vinculado a nuestra institución participando en todas las actividades. Por ello hoy, a las 13.00 horas, en la basílica del Sagrado Corazón, rezaremos por su descanso e invitamos a todos los gijoneses a que acompañen a su familia en su memoria. Cuantos lo hemos tratado recordamos del doctor Vigil sus exquisitos modales y su forma cordial y sencilla de tratar a las personas, desde las más humildes hasta las más ilustres. A todos por igual les ofrecía su afecto de persona y su mano firme de cirujano. Querido y admirado entre sus compañeros de profesión, era un hombre bueno en el buen sentido de la palabra. Católico convencido y profundamente religioso, pero alejado de toda beatería, supo plasmar sus inquietudes en un brillante trabajo, el documental «La infancia de Jesús en el arte», en el que se pueden contemplar escenas puntuales de la vida del Niño desde su nacimiento y retazos de su vivir en Nazaret, en compañía de sus padres, ilustradas con la reproducción de cuadros cuidadosamente seleccionados de autores españoles y extranjeros cada uno con su correspondiente comentario. No fueron ajenas a su religiosidad la figura de su hermano Carlos Enrique y su tío Vicente González-Cutre, este último fallecido hace ya algunos años y que dejó un imborrable recuerdo entre muchas generaciones de alumnos del Colegio Inmaculada como confesor y prefecto.

Nacido en Villaviciosa y formado en Madrid, Manuel Vigil dividía su tiempo entre Gijón y Colunga, donde solía descansar en verano. A Colunga le dedicó una preciosa obra, «La Isla en el recuerdo» de la que su vecino y amigo José Antonio Fidalgo, cronista oficial de la villa, escribió: «Es un libro que te regala la microhistoria de La Isla. Una historia pequeñita, rebosante de paisaje y de paisanaje (...) Y una historia, también, pensada para ser, como decía Cervantes, «advertencia de lo por venir» porque, tengamos esto muy presente, La Isla es la herencia que legaremos a quienes nos sigan». El doctor Vigil, Manolo nos deja todo un legado de cómo ser una persona íntegra, de cómo hacer realidad las creencias íntimas en el vivir de cada día. A su mujer, Isabel, y a sus hijos Carlos, Lucía, Mónica, Isabel y Rosa: estad seguros de que vuestro -y nuestro- querido Dr. Vigil está vivo y gozando de la eterna paz. Y su recuerdo nos acompañará hasta el día en que nos volvamos a encontrar con él.