Hoy, día 18, a las 20.15, en la «Iglesiona» (basílica del Sagrado Corazón de Jesús, en Gijón) tendrá lugar un acto jovellanista que se puede calificar de excepcional. Un poco de historia. Corría el año 1891. La ciudad de Gijón se preparaba para festejar la memoria de nuestro ilustre patricio con la inauguración y colocación de una gran estatua encargada al escultor catalán Manuel Fuxá; el acontecimiento habría de tener lugar el 6 de agosto, aniversario que conmemoraba la llegada de Jovellanos a su villa natal en 1811, después de una larga y triste ausencia desde que saliera de su casa de Cimadevilla camino del destierro a Palma de Mallorca. Como bien es sabido, el 6 de agosto fue siempre, dentro del calendario jovellanista, una fecha llena de emotividad para conmemorar aquella efeméride del encuentro de Jovellanos con su villa natal, cuando el pueblo «alborozado le llevó en volandas a su casa, gritando: ¡Viva el padre de la patria, viva el bienhechor de esta villa y de toda la provincia!», dirá Ceán Bermúdez. Pues bien, la ciudad de Gijón se moviliza también para tributar ese homenaje en 1891. La inauguración de la citada estatua sería amenizada con la interpretación de una «cantata» en honor de Jovellanos con letra del vizconde de Campo Grande, don Plácido Hevia Jove, y con música del gran zarzuelista Emilio Arrieta, bajo los auspicios de Acisclo Fernández Vallín. Nombres, como puede verse, que forman parte de la nómina de personajes señeros de la historia local, regional y nacional.

Las noticias sobre aquella interpretación son confusas; parece que estaba previsto que el propio Emilio Arrieta dirigiese el coro formado, por los alumnos de la Escuela de Artes y Oficios, con el acompañamiento de la banda municipal. Sin embargo, según algunos cronistas, la cantata no se ejecutaría, o se interpretaría solo parcialmente, bien por la dificultad de la partitura, no apta para un coro escolar, bien por falta de ensayos conjuntos entre coro y banda. Lo cierto es que aquella «Cantata a Jovellanos», la última quizás de Arrieta, considerado uno de los músicos españoles de mayor impacto a finales del siglo XIX, quedó relegada en el olvido.

Una pequeña investigación por parte de la Fundación Foro Jovellanos, con el concurso de otras personas especialistas en musicología, permitió una información suficiente para localizar el documento, original y autógrafo, con acompañamiento para piano. Una vez conseguida la base documental, la Fundación Foro Jovellanos encargó la tarea de transcribir y revisar la partitura al músico Fernando Menéndez Viejo. Esta partitura fue interpretada por primera vez con motivo del homenaje que la Fundación Foro Jovellanos tributó a don Luis Adaro Ruiz (28-III-2003).

La citada «Cantata» -el nombre ya es significativo del género musical al que pertenece- es una composición con innegables reminiscencias de la música italiana, que dejó una fuerte impronta en Arrieta tras su paso por Roma. La letra, dentro de los esquemas literarios e ideológicos de la época, tiene unos bien definidos aires de un patriotismo épico en el que se envuelve la figura de Jovellanos. Hemos de situarnos, pues, a finales del siglo XIX para juzgar los cánones estéticos que inspiran música y literatura.

Estamos, por tanto, ante una obra muy relevante que inspiró la figura de Jovellanos en el campo del arte musical y literario. De ahí que en el programa de actividades diseñado para la celebración del bicentenario de la muerte de Jovellanos no podía faltar; era necesario ofrecer un concierto en el que se incluyera aquella singular partitura. Sin embargo, era un proyecto que excedía con mucho las posibilidades de la Fundación Foro Jovellanos; nuestros recursos, muy ricos en las áreas intelectual y académica, no podían hacer frente a la infraestructura que conlleva un acontecimiento de esta naturaleza. De ahí que hayamos acudido y presentado el proyecto a la Fundación María Cristina Masaveu Peterson; aquí encontramos la favorable acogida que deseábamos; a partir de ese momento sus representantes llevaron la iniciativa, con el rigor y la eficiencia que los caracteriza; la Fundación María Cristina Masaveu se convirtió, así, en el «alma mater» de este proyecto, en consonancia con una trayectoria de apoyo cultural e investigador poco común en la radiografía de la España actual. La cultura española y en particular la asturiana tiene en esta Fundación un baluarte excepcional, sensible al mantenimiento no solo de la cultura tradicional y del patrimonio eclesiástico, sino a los avances científicos más innovadores, que permiten a nuestra región estar a la cabeza de determinados tratamientos médicos; ahí está la reciente adquisición para el tratamiento oncológico, que desde el Centro Médico beneficiará a todo el Principado; tampoco se debe olvidar su patrocinio de becas de excelencia para nuestros jóvenes.

Pues bien, la Fundación María Cristina Masaveu involucró, a su vez, a la Fundación Príncipe de Asturias; la actividad y excelencia de sus proyectos musicales convertía a esta Fundación en la mejor compañera de viaje posible para llevar a cabo esta singladura. El Coro de la Fundación Príncipe de Asturias tiene resonancias internacionales; la calidad de sus voces es el gran aval y la máxima garantía para la interpretación de una partitura muy exigente por la tesitura armónica que tienen que alcanzar algunas voces y por su compleja arquitectura tonal. Una oportunidad única y difícilmente repetible. Desde la Fundación Príncipe de Asturias se confeccionó un programa complementario de canciones de Brahms, el mejor adorno que pudiera soñar Arrieta para su «Cantata», y el propio Jovellanos, amante de la música coral, para perpetuar su memoria.

Como queda dicho, este concierto, verdadero acontecimiento cultural, a modo de colofón de este bicentenario, es posible merced a la sensibilidad cultural y al entusiasmo que ha puesto de manera especial la Fundación María Cristina Masaveu Peterson; nuestra gratitud y nuestro afecto a don Fernando Masaveu y a doña Carolina Compostizo, presidente y vicepresidenta y directora general, respectivamente, de dicha institución; ellos han conseguido, a su vez, la complicidad de la Fundación Príncipe de Asturias, a cuya directora general, doña Teresa Sanjurjo, queremos igualmente testimoniar nuestro reconocimiento; sin esta colaboración armónica hubiera sido imposible ofrecer un concierto de estas características. Por otra parte, la basílica del Sagrado Corazón de Jesús, nuestra «Iglesiona», heredera de la suntuosidad de la arquitectura jesuítica, es, sin duda, el marco más deseable para cualquier director de escena; nuestra gratitud a su rector, don Julián Herrojo.