Las campanadas del nuevo año 2012 han llegado con nuevos recortes, mayores impuestos y las mismas expectativas negativas sobre el crecimiento económico y el desempleo. Al ajuste de Zapatero de 2010 se une este otro «tijeretazo» que se antoja como un preludio del verdadero que conoceremos en los próximos meses. La medicina que nos han recetado es dura de digerir: reformas estructurales y consolidación de las cuentas públicas, es decir, poner los cimientos para volver a crecer, pero apretando aún más el cinturón, al menos otros dos años, para salir airosos de esta profunda crisis que nos sorprendió allá por 2008 viviendo muy por encima de nuestras posibilidades tras el mal llamado «milagro económico español».

En estas líneas nos proponemos revisar y comentar las medidas adoptadas el pasado viernes 30 de diciembre, tanto en el gasto como en los impuestos.

Congelación del sueldo de los funcionarios. Tras el recorte del 5% en 2010 y la congelación en 2011, 2012 repite los salarios de los empleados públicos, que ven así cómo su poder adquisitivo vuelve a caer. A cambio, no se ajustan empleos como en otros países en apuros, sino que se eleva la jornada de 35 a 37,5 horas y la tasa de reposición es nula o del 10% en algunos sectores. La medida era previsible y, dado el volumen que representa, casi inevitable (y quizá compensable en el futuro cuando el negro se imponga de nuevo al rojo). Por supuesto, la dicotomía empleo público-empleo privado tiene connotaciones importantes, con el empleo público «para siempre» como principal nota diferencial puesta en tela de juicio reiteradamente. En mi opinión, esta garantía es acertada, pero siempre debe venir acompañada del correcto desempeño de la labor. Creo que con un sistema de control adecuado que garantice mínimos y un buen sistema de incentivos que elimine el «café para todos» la Administración pública española podría superar buena parte de sus críticas por parte de la ciudadanía y de colectivos como la patronal.

Subida del 1% de las pensiones. Tras la congelación de 2011 (con una inflación del 2,4%) las pensiones se incrementan ahora un 1% (con una inflación prevista rondando el 2% vuelven a perder poder de compra). De nuevo estamos ante una partida de gasto muy elevada y creo que se podrían estudiar mecanismos diferentes, dejando al margen el incremento lineal y buscando fórmulas como, por ejemplo, elevar un 2% las más modestas y congelar las más generosas, con incrementos intermedios para el resto.

Otros. El recorte afecta a muchas otras partidas entre las que me parece especialmente acertada, aunque corta, la poda del 20% a las subvenciones de partidos, sindicatos y patronal, que supondrán un ahorro de 90 millones de euros. La era de la subvención toca a su fin. En lo que no estoy nada de acuerdo es en la congelación del salario mínimo, aunque su papel no es muy importante en la práctica, es una «señal» de nuestra economía.

Aunque algunos esperábamos una subida del IVA, por ahora el Gobierno ha tocado el IRPF y el IBI, a la espera de las nuevas medidas tras este «inicio del inicio» como lo han denominado ellos mismos.

IRPF. De nuevo se ha optado por subir los tipos de gravamen, tanto del trabajo como del capital, frente a eliminar beneficios fiscales como pensiones -no se toca- o vivienda -se recupera el sistema vigente hasta 2010 en un auténtico guirigay fiscal al antojo de cada gobernante-. Frente a gravar la renta que uno obtiene -eliminar beneficios fiscales- se prefiere gravar más ciertas rentas, dando pie a un impuesto hipócrita donde se eleva el tipo a todas (repito todas) las rentas -desde 0,75 hasta 7 puntos en el trabajo y actividades económicas, desde 2 hasta 6 puntos en el capital-, pero seguimos concediendo rebajas de impuestos asociadas a determinados comportamientos: por aportar a planes de pensiones, por aportar a partidos políticos, por aportar a sindicatos, por pagar la vivienda habitual, etcétera.

IBI. En un impuesto claramente impopular y sin relación directa con la capacidad de pago de los contribuyentes, se eleva de una forma bastante sui géneris (por decirlo de manera suave) a la mitad de las viviendas con mayores valores catastrales de cada municipio en función de la última revisión catastral. Esta medida es claramente improvisada e injustificada. Como ya comentamos en alguna ocasión, se «dispara» contra la vivienda habitual -subvencionada vía IRPF y por otras vías- sin ningún tipo de contemplación respecto a las demás, suponiendo un desembolso importante para muchas pequeñas rentas que únicamente poseen ese patrimonio y, en muchos casos, con una importante hipoteca detrás. Hubiese sido mejor actualizar todos los valores catastrales de una vez -acabando así con la desigualdad por municipios- y posteriormente buscar fórmulas más atinadas para aumentar la recaudación de este impuesto.

En suma, nos espera un año 2012 con más recortes, más subidas de impuestos y con elevadas tasas de desempleo ante las que las reformas estructurales que se vayan aprobando deberían estimular el ansiado cambio de tendencia que todos esperamos. Y el sector público (atando bien corto a las autonomías y a los ayuntamientos y luchando eficazmente contra la economía sumergida y el fraude fiscal) debe buscar el compromiso adecuado entre cuadrar sus cuentas y relanzar la actividad económica (pero con acierto, no con fuego a discreción), no hay que olvidar que el déficit público no es malo per se ni los inversores nos esquivarán sólo por ello, un desfase controlado del gasto bien planificado es preferible al simple cierre del grifo. Por ejemplo, EE UU tiene una deuda pública del 100% del PIB, pero es triple A y su prima de riesgo nula...