El debate sobre el relevo federal del PSOE ha elevado la temperatura del caldo socialista en Asturias, pese a que la dirección regional del partido ha pedido un proceso sin enfrentamientos. Pero es inevitable que la agitación de las agrupaciones no anticipe cierta sacudida. El ex alcalde de Avilés, Manuel Ponga, arremetió esta semana contra el secretario general de la FSA, Javier Fernández. Lo hizo en una entrevista publicada por LA NUEVA ESPAÑA en la que Ponga criticaba la renuncia de Fernández a gobernar en Asturias pese a haber sido el más votado y lo acusaba de no hacer oposición al Gobierno de Álvarez-Cascos.

Las palabras de Ponga son el reflejo de un sentir creciente en las filas socialistas. No ya sólo en los antiguos arecistas, sino también en los ámbitos del antaño todopoderoso SOMA. Que haya sido Cascos quien tomara las riendas de la defensa de los fondos mineros frente a los recortes de Rajoy mientras los dirigentes regionales socialistas permanecían mudos no deja de ser un tanto esperpéntico.

La mayoría de los barones territoriales del PSOE se han alineado con Alfredo Pérez Rubalcaba con vistas al próximo congreso federal. Es una forma indirecta de blindarse, ya que de vencer Rubalcaba deberá premiar a quienes lo respaldaron. O eso se supone. Pero también cada territorio tiene sus circunstancias y las lecturas generalistas pueden ocasionar sorpresas. Como mínimo, se pondrán sobre la mesa (o deberían ponerse) muchos de los reproches que hasta ahora se comentan en los corrillos y a media voz. La ensalada política regional es un todos contra todos: más ahora que el PP gobierna en España. Los socialistas deberán salir del marasmo si no quieren acabar siendo un mero aliño sin gracia.