Hay una relación inversamente proporcional entre la cantidad de pensamiento que se despliega en las campañas electorales y el número de ideas que, una vez finalizadas, provocan en la prensa. A menos pensamiento, más ideas. Lo acabamos de ver en las primarias del PSOE, donde los contendientes han apelado sobre todo a las emociones. He ahí una campaña sentimental, cuando no sentimentaloide, influenciada por el pensamiento twitter o el pensamiento facebook, no sé, quizá por el pensamiento prêt à porter o listo para llevar, un pensamiento empaquetado al vacío que, una vez abierto, conviene conservar en la nevera. Es el signo de los tiempos, de modo que no lo lamentaremos para no parecer antiguos. El eslogan publicitario ha ganado la batalla a la locución reflexiva, vale, nada que oponer, hay épocas para la explosión y momentos para la implosión.

Lo curioso es la cantidad de análisis explosivos provocados por una campaña tan implosiva. Llevamos varios días leyendo en los periódicos y escuchando por la radio observaciones finísimas y complejísimas acerca de los resultados de la citada campaña socialista. Algunos de ellos poseen la profundidad de una genial partida de ajedrez (si fuera cierto que el ajedrez es profundo). Viene a ser como si una novela mala produjera críticas geniales, como si sobre una película mediocre se escribieran tesis doctorales sublimes. Oiga, que la campaña ha sido horrorosa, mucho ejemplo de democracia y lo que ustedes quieran, pero poca o ninguna concepción del mundo, poca mirada inteligente sobre la realidad. Juegos de palabras, sí, muchos, algunos ingeniosos, pero el ingenio y la inteligencia no siempre forman un matrimonio compatible. A veces, cuando entra el ingenio por la puerta, sale la inteligencia por la ventana.

Quizá, pues, no es que no haya pensamientos, sino que se encuentra fuera de sitio. Cuando la crítica gastronómica, por poner otro ejemplo, es mucho mejor que la gastronomía, conviene pensar si no está todo patas arriba en el mundo de la restauración. Cuando el discurso político se encuentra por debajo del análisis del discurso político, es porque algo huele a podrido en Dinamarca. Shakespeare siempre vuelve al lugar del crimen.