Agárrense los machos, ha empezado la era de las memorias. Por si no tenían suficiente con Arantxa Sánchez-Vicario cargando a raquetazos contra la principal dinastía del tenis hispano, a la que acusa prácticamente de explotación infantil y de dilapidar los millones que amasó («estoy arruinada por culpa de mi familia», «mi hermano Javier tiene mucho más patrimonio que yo sin haber ganado tantos torneos»); por si no había bastante con el padre de la Constitución de 1978 Gregorio Peces-Barba revelando a Jordi Évole, El Follonero, que él en persona malmetió al Príncipe Felipe contra la bella modelo noruega Eva Sannum porque no se la consideraba la intachable esposa de peineta que España necesitaba; por si no constituyera suficiente castigo saber que Isabel Pantoja se siente agraviada porque a la infanta Cristina no la llamarán a declarar en relación con los negocios de su marido, Iñaki Urdangarín, y a ella sí por los de Julián Muñoz Cachuli («soy tonta»). Por si el conjunto de población activa más la población en paro gozaba de un minuto de paz hasta que alguien se termine de leer la letra pequeña de la reforma laboral de Mariano Rajoy, Isabel Sartorius saca libro, qué asunto tan prometedor.

El primer amor del heredero de la corona firma «Por ti lo haría mil veces», pero no se refiere a desaparecer del horizonte de afectos del hijo de los Reyes sacrificándose por el bien de la nación. La novia, preciosa, rubia, corajuda y lista que no gustó a don Juan Carlos y doña Sofía porque sus progenitores estaban divorciados (en efecto, eran los tiempos de «Cuéntame», mucho antes de que la infanta Elena y la propia Letizia Ortiz demostrasen que se pueden romper los vínculos sin ser Dios y no se hunde el mundo), la chica que bailaba a carcajadas en la discoteca del Club de Mar de Palma y dejaba a su amado boquiabierto presenta la semana que viene un volumen en el que detalla entera su dura relación con su madre. Isabel Zorraquín, fallecida en 2009, era adicta a la cocaína. «Mi madre ha sido el eje de mi vida, la condicionó de una manera determinante. Estábamos tan unidas, la quería y me preocupaba tanto, que me até a ella. Luego esta unión nos enredó por completo y dejó en mí la semilla de un trastorno que marcaría mi futuro». Con esta crudeza presenta la autora el texto con el que, según dice, no pretende exorcizar sus demonios, sino aportar la propia experiencia a quien pueda encontrarse en la misma situación. Que nadie busque tampoco cotilleos oscuros sobre sus cuatro años de amor con el Príncipe.

He ahí la sólo frágil en apariencia Isabel, madre de su propia madre a sus veintipocos años, dejando trabajos para cruzar el mundo e ir a cuidarla en las crisis, pendiente de sus hermanos pequeños, incapaz de ordenar su entorno laboral y sentimental, transformando la ansiedad en un trastorno alimenticio. La joven Isabel con una biografía relatada en fascículos y sin misericordia por las revistas del corazón que la mostraban como una simple ex incapaz de encarrilar su existencia (retos laborales abandonados, bodas canceladas, maternidad en solitario). Una mujer con muchas cargas muy pesadas sobre los hombros que ha llevado como ha podido, siempre con el apoyo del Príncipe de Asturias («la gente no se imagina el extraordinario ser humano que es Felipe, y cómo me ha apoyado en los momentos difíciles») y también posteriormente de la Princesa, a quien frecuenta como quedó constancia en unas imágenes aparecidas en portada hace un año para asombro del público.

¿Por qué necesita Isabel Sartorius contar las tribulaciones de su vida con una madre toxicómana, y todos sus tropiezos y dolores tan íntimos? Tal vez no se pueda pasar página sin pasar páginas. Ella afirma que no ha pretendido poner negro sobre blanco las memorias de sus 47 años, sino componer un «libro de autoayuda» que sirva a quien afronte una situación semejante. En realidad, pocas personas han vivido una vida como la suya. Nadie, diría yo. Como manual terapéutico o como narración de no ficción, bienvenido sea su testimonio. Quien pudo ser la reina Isabel tiene la palabra.