Eduardo Torres-Dulce, fiscal general del Estado, ha ordenado abrir diligencias sobre los restos hallados de uno de los vagones de los atentados del 11-M. Al fin, ocho años después del asesinato de 193 personas y de las mutilaciones y lesiones a más de 1.500 ciudadanos; ocho años después, decía, del mayor atentado en la historia de Europa occidental, se toman medidas para al menos desvelar quién ha amañado todas las pruebas y las investigaciones. Digo al menos porque la iniciativa del fiscal no asegura dar con los verdaderos culpables del multicrimen, pero por ahí se empieza. No sobra recordar que el hallazgo de los restos, producido hace sólo unos días, corrió a cargo del periodista Federico Jiménez Losantos y su equipo. Lo digo porque es de justicia y sobre todo porque da pistas.

Una buena noticia en un mar de zozobras: el paro en febrero creció en otras 112.000 personas -¿sólo por culpa de la herencia del PSOE sin que Rajoy empiece a tener responsabilidades?-, la economía española va a caer un 1,7 por ciento a lo largo del año -¿cosas de ZP o tiene buena parte de culpa el PP?-, 630.000 nuevos parados hasta Navidades -¿por los progres o por los carcas?-, y tal y tal y tal, con un ejemplo, encima, de verdad pésimo, ya que el ministro Guindos Brothers cobró el año pasado en Endesa por encima de 50 millones de pesetas, un 65 por ciento más que en el ejercicio anterior, y ese señor es el mismo que tiene el valor, ahora, de pedir rebajas de salarios a los demás, y no sólo sugerirlas sino ejecutarlas.

La alegría por la decisión de Torres-Dulce poco dura al repasar el panorama. Sólo la fe salva, por eso quizá ayer decenas de miles de personas desfilaron en Madrid ante el Cristo de Medinaceli.

Final asturiano:

1) El pacto del duernu cantó ayer su miserere en Siero.

2) La Roldana recibió 50 millones de pesetas en viajes de proveedores de su departamento: el PSOE astur debería plantearse su disolución.