Estos días tengo la cabeza como un bombo, como les pasará a la mayoría de los votantes asturianos, asaeteados por las propagandas generalmente contradictorias de los partidos políticos en liza. Así que he decidió hacer mi particular «brainstorm» o lluvia de ideas y ponerlas todas en claro.

Voy a comenzar por Gijón, que es lo que mejor conozco. Aquí me parece que Carmen Moriyón y su Corporación lo están haciendo bastante bien en la medida de sus posibilidades. No se pueden pedir milagros y con la actual coyuntura económica, los agujeros negros heredados, los puestos ocupados por personas poco afines y una oposición con garras y dientes preparada para criticar lo posible y lo imposible, la tarea es complicada, a pesar de todo se van haciendo cosas con dignidad.

Si empezamos por la «Semana negra», esa semana de juerga y folixa, que debería llamarse así, porque de literaria tiene poco, pero que hace disfrutar a los asistentes con la comida, la bebida, la música al alto la lleva, los bolsos y demás para comprar, creo que va a poder celebrarse. Habría que empezar por ofrecer la localización de la «Semana» al mejor postor y el barrio que la acepte para él. Parece ser que El Arbeyal quiere que se celebre allí, pues adjudicado. Eso sí, obligando a que la limpieza sea escrupulosa, los decibelios a nivel aceptable y las cuentas claras. Éste es mi consejo, y problema resuelto.

Por lo que respecta al teatro Jovellanos y a Laboral Ciudad de la Cultural. Creo que se está intentando y consiguiendo una programación aceptable con un presupuesto prácticamente nulo, hay mucho que hacer todavía, pero ya que los tenemos aquí es necesario conseguir el mejor rendimiento, siempre vigilando los gastos y esperando que cuando la situación mejore, tendremos nuestra recompensa.

Yo no sé cómo nos atrevemos a pedir tanto a Carmen y sus concejales, con los chollos que han heredado, todo lo anteriormente dicho y más. ¿Qué hacemos con El Musel y sus sobrecostes?, la historia interminable. ¿Qué hacemos con el «botellón»?

La historia de la abolición del «botellón» no es una historia de prohibición, es un intento de tener una buena ordenanza municipal de protección de la convivencia ciudadana. Aquí entran las idioteces progresistas de que no se puede prohibir, hay que educar cívicamente, pues a mí que me cuenten cómo lo han hecho ellos en estos años en el poder. Los hospitales colapsados los fines de semana por jóvenes borrachos o drogados, el mobiliario urbano deshecho por la misma razón, vecinos desesperados por la misma situación. Hace falta una ordenanza clara, no se puede dejar que los jóvenes y cada vez más jóvenes beban libremente en la vía pública, estamos dejando que se destruyan ante nuestras narices, ¿es eso lo que queremos para nuestros hijos y nietos?, desde luego yo no. Y no podemos preguntarles a los protagonistas qué quieren, todos fuimos jóvenes y creíamos que lo sabíamos todo y teníamos derecho a casi todo, pero no es cierto, el respeto a los demás y a nosotros mismos es la primera regla de la convivencia. Efectivamente hay que mejorar la enseñanza en nuestras escuelas, pero hay que tener en cuenta que las familias tienen que colaborar y hay muchas que no están capacitadas para hacerlo, por lo que hay que suplir estas carencias con una ordenanza que no deje nada al azar.

Así pues, apuesto por Carmen Moriyón y Foro para que hagan bien esta labor que es necesaria para nuestra ciudad y también ruego a los partidos de la oposición que arrimen el hombro. Siempre seré una ingenua.