Ya tenemos un nuevo héroe contemporáneo: Iván Rosa. Es el marido de la vice Soraya S. S., que antes incluso de los cien días de respeto ha colocado a su pariente en la Telefónica. O se metió solo, que tanto monta. No consta que sea el recambio de Urdangarín, pero vaya usted a saber.

A punto estuvo Cospedal de batir ese récord, ya que la pasada semana intentó meter en Red Eléctrica Española a su esposo, Ignacio López del Hierro -o se intentó colocar solo, quién lo sabe-, pero in extremis frustraron la operación.

El fracaso de una y el éxito de la otra dan pistas sobre las jerarquías populares: Cospedal cuenta mucho menos de lo que parece y Sorayísima aún más de lo que aparenta.

Conclusión parcial: ¡y aún se quejan de la convocatoria de una huelga general!

Y es que el contexto es el que todo el mundo conoce. Aumento brutal de impuestos, recorte tajante de prestaciones sociales, bonificación de despidos salvajes y lo que saltará en sólo unos días -en cuanto pasen las elecciones asturianas y andaluzas-, que será de hachazo al cubo y a quejarse al maestro armero.

Todo, insisto, antes de los famosos cien días, de manera que cuando vayan doscientas jornadas no habrá espacio para situar a la avalancha de enchufados -familiares y de los otros-, ni darán abasto los comedores de Cáritas en los que alimentar al personal, ya que en un parpadeo ZP puso al borde de la mendicidad a millones de personas y Rajoy les ha dado el empujón final hacia el abismo de la miseria.

Ay, quién pudiera ser como Iván Rosa, con el presente muelle y el futuro completamente despejado, pero para eso hay que estar afiliado -ser militante, que diría Gabino de Lorenzo- al PP y, como plus, tener parentela popular de primera. No se me ocurre otra fórmula ¿y a usted, amigo lector?

Bueno, hay otra posibilidad, la huelga general y empezar todo desde cero, pero odio el radicalismo, así que la desaconsejo plenamente.