Cada vez que leo o veo las noticias que llegan de Siria, con matanzas de civiles incluidas, me acuerdo de que en las primeras apariciones públicas del presidente Bachar al Asad y de su mujer Asma creía, como medio mundo supongo, que esa pareja tan moderna y tan educada podía liderar una transición democrática en su país. Ahora vuelvo a mirar sus fotos y me cuesta creer que ese muchacho con pinta de no haber roto un plato en su vida ha propiciado la muerte de 8.000 personas por la represión de su régimen a la revuelta popular que ahora cumple un año. Más aún llama la atención la figura de ella. Joven, guapa y estilosa, a la que la revista «Vogue» calificó como la «rosa del desierto», nacida en Londres, con cuatro licenciaturas, entre ellas la de Economía, que le permitió labrarse una carrera como broker hasta que cambió las inversiones bancarias por su príncipe azul vestido de Armani. Antes de que la primavera árabe llegara a Siria, la imagen de Asma era la de una mujer sencilla a la que le gustaba la vida hogareña y que dedicó su esfuerzo a ayudar a los más necesitados y a intentar mejorar las condiciones de las mujeres en su país. Bajo su cara dulce, su discreción y su educación nadie podía pensar que se escondía una mujer frívola e indiferente a lo que está pasando con su pueblo, o eso es, al menos, lo que se traslada de la serie de correos personales del presidente y de su mujer que ha publicado «The Guardian» y que van circulando de foro en foro. En los correos, al margen de reflejarse bromitas que demuestran que a la pareja la muerte de miles de sirios, entre ellos 400 niños, se la trae al pairo, ofrece una imagen de lo más marciana de la esposa del presidente. Mientras en Siria andaban a tiros, a Asma lo que le preocupaba era conseguir un jarrón de 3.200 euros que había descubierto en Harrod's o hacerse con una copia de la última de «Harry Potter». Su maridito, entre tanto, llegaba entre otras lindezas a enviar a uno de sus ayudantes un vídeo recreando el asedio de la localidad siria de Homs con un tanque de juguete. Con que una parte de lo que cuenta la oposición al régimen sea verdad cuesta entender que una mujer que hace un año aparecía dando conferencias en todo el mundo e instando a los jóvenes sirios a participar en la vida pública, se dedique ahora a jalear a su marido en su afán represor. Hay quien dice que tiene miedo a alzar la voz, otros que está tan enamorada que sólo ve a través de los ojos de Bachar al Asad, pero después de leer un correo en el que suspira por unos Louboutin con la que tiene encima lo que parece es que o no es tan lista como parecía o es más mala que un dolor de muelas que decía mi madre.