Jueves Santo, día del amor fraterno, así que mejor no cargar excesivamente las tintas, aunque no por eso dejaré de comentar las novedades en materia de personal que se están produciendo en esta tierra de Pelayos y Adosindas.

Grueso, que convirtió el Oscar Niemeyer avilesino en el Oscar Mayer internacional sin que, desagradecidos, le diesen el Nobel de Física, se ha ido para la corte dispuesto a multiplicar la jugada por cien ya que los populares han decidido no querer enterarse de nada; Cienfuegos, que logró incrementar la asistencia al Festival de Cine de Gijón de 10.000 espectadores a 70.000 sin que aumentase la recaudación -nadie como él merece el Nobel de Economía aunque, vergüenza sobre vergüenza, no se lo hayan dado- se fue no sé adónde, pero lejos del prodigioso tingladillo cinematográfico; y Taibo, que transformó la novela basura en bocadillo pringoso sin que, oh tierra de injusticias, le hayan otorgado el Nobel de Química, no volverá por estos lares, donde, sospecho, ya no hay sustancia para sus chiringuitos y se quedará a orillas del PRI, que es aún más generoso que el PSOE.

Tres ERE tres y como es el día del amor fraterno no voy a ir más allá, pero tampoco cabe silenciar que en estos tiempos de recortes salvajes aquí ya los hemos hecho y al cubo porque lo que se puede ahorrar -y se ahorrará- con la baja de esos tres personajes es impresionante.

En Asturias no habrá que cerrar hospitales, ni vender facultades, ni paralizar el AVE ni tampoco suspender obras de autopistas, porque e1 antiplán Grueso-Cienfuegos-Taibo acabará con cualquier posible déficit y ayudará a enmendar vertiginosamente incluso la deuda más gravosa.

Cómo será la cosa, que ayer me puse a bailar delante del teatro Campoamor, donde la comunidad senegalesa celebraba el 42.º aniversario de su independencia. Ellos, por la patria fundada, y yo por la tranquilidad -no, no diré la bolsa, que estamos en el día del amor fraterno- recuperada. Qué felicidad.