Hace apenas un mes que Los Quijotes compartíamos mesa y mantel en Ribadesella después del acto de presentación de los libros de Emilio Serrano y Francisco Rodríguez. Ramón Colao se había desplazado expresamente desde Madrid para arropar a sus amigos, ejemplares empresarios y profundos humanistas al igual que él. Manolo Linares, Rufino Roces y Nicanor López Brugos, como Quijotes, y José Vélez, como invitado y periodista enviado especial, formaban el resto de la camarilla.

La tertulia se alargó, como no podía ser de otra manera, hasta altas horas de la madrugada. Lo divino y lo humano fueron los temas de conversación además de la situación política que vive nuestra región. Ramón Colao y José Vélez compartieron hotel aquella noche lluviosa mirando al mar de Ribadesella. Hoy comparten estancia en otro paraíso mucho más lejano. En apenas un mes, ambos se fueron fugazmente sin apenas tiempo para despedirse.

La humildad con la que siempre ejerció su sabiduría, su implicación con su tierra y con quienes la habitan, y su saber escuchar son algunos de los rasgos que definían la personalidad de este asturiano ejemplar que conocía y amaba todos los rincones de nuestra tierra. Nacido en Grado, desarrolló gran parte de su carrera profesional en Avilés en la extinta Ensidesa y luego en la cuenca del Nalón al frente de Duro Felguera. Asimismo, formó parte de la comisión ejecutiva de la FADE y era miembro del patronato de la Fundación Príncipe de Asturias.

Ramón entró en nuestro grupo de Los Quijotes después del fallecimiento de José Manuel Valle Carvajal, cura de La Foz de Morcín. Rufino Roces y Francisco Rodríguez fueron sus padrinos. Con su humildad y bonhomía fue ocupando el hueco dejado por don José Manuel, abriendo su gran corazón, dejándose querer y haciendo verdaderos esfuerzos para estar con nosotros siempre que nos reuníamos. Hacía cientos de kilómetros desde Madrid para compartir siempre nuestra amistad, ya fuese en Somiedo, Langreo, Morcín o Ribadesella.

Descanse en paz este asturiano ejemplar, que sin apenas meter ruido, contribuyó al desarrollo industrial de nuestra región y a mejorar la calidad de vida de muchos asturianos.