Existe corrupción en la política, pero no todos los políticos son corruptos. Lo que sí ocurre es que de igual forma que lo más parecido a un tonto de izquierdas es un tonto de derechas, la actuación de un político corrupto de izquierdas es idénticamente reprobable como la de uno de derechas. Cuando el dinero vence al miedo y se alarga la mano, no existen ideologías. Hemos comprobado en los últimos años, a diestra y siniestra, cuán diestros han sido políticos de uno y otro bandos en tejemanejes tan siniestros. Para un partido que ha sufrido en la carne de sus siglas la corrupción, los peores adversarios se encuentran en las propias filas. Atajar la corrupción con medidas eficaces es extirpar una gangrena que amenaza a los órganos vitales de la sociedad.