Los que nos niegan el pan y la sal le están negando la recepción y la foto a François Hollande, cabeza de los socialistas a las presidenciales francesas. Por supuesto, ya han negado haberle negado nada, pero es interesante, incluso como hipótesis, que la alemana Angela Merkel, el español Mariano Rajoy, el italiano Mario Monti y el británico David Cameron hubieran acordado no recibir al candidato socialista francés.

Si no fuera porque Hollande sólo es otro socialdemócrata que quiere participar en este juego cruel y porque seguimos distraídos, lo deseable para un candidato nuevo, un aspirante a otra cosa, sería que el pueblo apreciara que estos cuatro mandatarios le distinguieran con su indiferencia. Estaríamos entrado en un mundo en el que su ninguneo te haría alguien y eso daría alguna esperanza de salida a esta situación cegada.

No es así. Si hay personas que entregan a sus bebés a los brazos de los tipos de la conocida foto asesina -Aznar, Blair, Bush (y Durão Barroso)-, cuántas no habrá que se presten a compartir un espacio y un tiempo con estos otros cuatro para sentirse como ellos y como quiere sentirse Hollande.

Hagamos un test recreativo. Imaginarse unas vacaciones en Mallorca con Merkel, una partida de dominó en Pontevedra con Rajoy, una misa en Roma con Monti y una visita a un burdel de castigo en Londres con Cameron ¿le parece deseable o aborrecible (pese a Mallorca, Pontevedra, Roma y Londres)?

Si no le agrada, la cosa no mejora cambiando los tópicos: una misa con Rajoy, una partida de dominó con Cameron o unas vacaciones con Monti no resultan mejor que estar con Merkel en un burdel de castigo. (Complete las combinaciones y marque si encuentra satisfacción en alguna).

Quiere decirse que no se podrá encontrar la salida de la situación en la que estamos con los personajes que conocemos, ni barajándolos, cambiándolos de sitio o de situación, ni dándole más vueltas al mismo son.