Cristina Cifuentes, delegada del Gobierno en Madrid, llegó al puesto con la aureola de que no parecía del PP, que viene a ser como llegar a ginecólogo con el prestigio de no haber estudiado medicina. Se trataba, en fin, de una aureola absurda, muy común, sin embargo, en nuestro contradictorio mundo. Hay curas que gustan porque no parecen curas, académicos admirados porque no parecen académicos, millonarios que encandilan porque no parecen millonarios y así de forma sucesiva. La contradicción alcanza el paroxismo cuando el Rey, máximo exponente de la acción protocolaria, se salta el protocolo. Nosotros, sin embargo, nos rendimos en seguida ante Cristina Cifuentes porque, además de ser del PP, y en contra de lo que pensaban sus compañeros de partido, parecía del PP.

Por si quedaran dudas, ahí están sus recientes declaraciones acerca del 15-M. Cifuentes acaba de insinuar que el movimiento está más organizado de lo que parece y que quizá posee soporte económico. Todo muy misterioso: está más organizado de lo que parece y quizá tiene soporte económico. Como verán, se trata de desprestigiar algo a base de dibujar sombras a su alrededor. No importa si las sombras son inteligentes o tontas; lo que cuenta es que sean sombras, porque la sombra, excepto para los poetas y los filósofos, tienen mala fama. La sospecha se desvanece cuando descubrimos que Cristina Cifuentes disfruta de lo que critica en los otros, es decir, la delegada del Gobierno en Madrid está más organizada de lo que parece y posee un soporte económico importante, puesto a su disposición, además, por los ciudadanos, entre ellos los ciudadanos del 15 M.

Si Cifuentes, pese a disponer de mucha organización y mucho dinero, no es sospechosa de nada (excepto, para alguno de los suyos, de no parecer del PP), ¿por qué el 15-M o cualquier otro movimiento deberían privarse de tales beneficios? Imaginemos ahora la posibilidad de que las movilizaciones de los «indignados» hubieran sido un fracaso absoluto. ¿De qué les habría acusado Cristina Cifuentes? Lo más probable es que hubiera dicho que carecían de organización y de medios porque, dada su endeblez ideológica, no habían sabido proveerse de una cosa ni de otra. Lo bueno es que los dos argumentos funcionan. ¡Qué lista!