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Los asturianos acuden hoy a las urnas por tercera vez en diez meses para elegir presidente del Principado. Cuando muchos ciudadanos albergaban de buena fe expectativas de regeneración, la región acaba de experimentar el mandato más corto. Ocho meses anómalos y sin avances significativos para Asturias. Este acto fallido llega en el instante menos conveniente: con la economía y las cuentas públicas desangrándose. Cien mil asturianos carecen de empleo. Treinta y tres mil familias tienen a todos sus miembros en paro. La mitad de los jóvenes no halla trabajo y los mejores talentos emigran. Hay situaciones dramáticas de emergencia social. La creciente desigualdad entre los que más y los que menos tienen mina a la clase media, un segmento fundamental para la estabilidad.

La Administración sigue siendo opaca, dirigida como una finca particular. Hay que regular la transparencia, tarea que ha emprendido esta misma semana el Gobierno de la nación, y eliminar a los dirigentes que con un uso torticero de la ley conducen a situaciones indecentes, muchas de las cuales permanecen impunes. Otras, como la más reciente de Matas, ex presidente de Baleares, acaban incluso con condenas de prisión. La oscuridad corrompe. A ver si la nueva ley termina de una vez con los palmeros mediáticos, de manera que los poderes públicos no puedan comprar medios de comunicación para tenerlos a su servicio. Sería una gran noticia en favor de una información más libre. La utilización de los recursos públicos para venganzas y enriquecimientos personales está indignando a unos ciudadanos que sufren en sus carnes la crueldad de esta crisis larga y dolorosa. No podemos perder un minuto más en el autobombo o la conflictividad.

Sobre toda esta realidad los candidatos pasaron de soslayo. La campaña ha sido anodina. Los partidos han mostrado poca creatividad para ensanchar y enriquecer sus mensajes y propuestas, repitiendo en gran medida el argumentario de mayo. La prioridad a partir de esta noche es recuperar la normalidad política y gobernar Asturias pensando en el interés general, interpretando acertadamente la voluntad que los ciudadanos expresen en las urnas. La región ha visto cómo se malgastó ya una oportunidad. Caben gobiernos en minoría, con apoyos concretos, en coalición o, si se da el caso, con mayoría absoluta. Lo que no cabe es entretenerse en enredos que resten energía para encontrar la puerta de salida a la crisis.

Ante el hartazgo y la desafección ciudadana, la respuesta no puede ser apartarse y renegar de la política y de los políticos, sino redefinirles el papel que les toca desempeñar y reforzar el control a través de una sociedad civil cada vez más fuerte e implicada. Un grave problema específico de Asturias ha sido la falta de alternancia en el poder. La izquierda ha monopolizado el Gobierno de la región con los resultados por todos conocidos. La derecha ha sido incapaz de presentar una alternativa solvente porque las dos veces en que tuvo ocasión sus dirigentes se enzarzaron entre ellos de forma muy parecida en ambos casos.

Estar informado es un derecho primordial del ciudadano. Los medios de comunicación somos meros intermediarios para cumplir esa función, aunque eso a veces entrañe la ingrata tarea de luchar contra quienes retuercen la realidad, la inventan o la falsean con las más infames intenciones. LA NUEVA ESPAÑA es un periódico independiente y plural, al servicio del interés general de la sociedad asturiana. Su misión es informar con la mayor objetividad posible, sin someterse a poder alguno, y llegar a la verdad mediante aproximaciones sucesivas, cometiendo por el camino errores, sin duda, pero siempre con sus páginas abiertas a corregirlos de inmediato.

Noticia es algo que alguien no quiere que se sepa. Por eso es tan difícil sacar a la luz los hechos ocultos y tan fácil contentarse con los mensajes propagandísticos de los gabinetes de prensa. Así es como se engaña al pueblo con el dinero que aportan con sus impuestos los propios engañados. Asumir el riesgo de no aceptar la versión oficial ni lo políticamente correcto acarrea sinsabores, calumnias y discriminaciones, pero no cejaremos en nuestro empeño en ningún caso porque nos obliga a ello el compromiso que tenemos con los asturianos y no nos asusta intentar corresponder a esa ola de adhesión tan grande y tan intensa que ha convertido este periódico en un ejemplo nacional. Hoy cada votante optará por quien prefiera. LA NUEVA ESPAÑA sólo ha intentado proporcionar a sus verdaderos dueños, los lectores, datos relevantes y opiniones múltiples y en su conjunto equilibradas que les ayuden a comprender la realidad que les rodea para poder decidir con conocimiento de causa y con toda libertad.

Ante las Cortes de Cádiz dijo hace doscientos años el asturiano Argüelles: «La ilustración, la costumbre de examinar y discutir sobre asuntos públicos, sobre materias hasta ahora conservadas en el arcano del gobierno, es lo que facilitará a la nación hacer elecciones acertadas, tener diputados que la hagan feliz y respetable». La misión de un periódico es fomentar el examen y la discusión de las cosas, por incómodo que pueda resultar para algunos. A los asturianos les toca ahora dar con las personas idóneas que les proporcionen bienestar y un futuro de esperanza. Únicamente nos queda desear que el acierto sea pleno y que saque a la región de la parálisis.