El pueblo, unido, jamás será vencido», célebre canción del grupo chileno «Quilapayún», símbolo de rebeldía, reivindicación, lucha de clases, protesta y esperanza allá por la década de los setenta. Me viene a la mente porque el desgobierno al que han sometido durante años dos partidos de derecha (léase PP y PSOE) han convertido España en un páramo en el que multinacionales, sin crédito ni futuro, pretenden entrar a saco invocando cuatro puestos de trabajo. Caso flagrante es el de Astur Gold y la mina de oro que pretende explotar en el concejo de Tapia: piensan, actúan y se expresan como si ya tuvieran en su mano todos los permisos necesarios para comenzar los trabajos; mañana mismo si fuera necesario. Con gran suficiencia, como Pedro por su casa, dan la batalla por ganada sin pensar que el pueblo es el que tiene la última palabra. Siempre, sin duda, la más digna y certera.

No se puede engañar a la opinión pública con estadísticas interesadas ni centrando la discusión en Lagos de Silva sí o no porque no estamos hablando de un lugar de afección mínimo: se trata de devastar un espacio geográfico que afectará por completo al municipio de Tapia y destrozará gran parte de los de Castropol y Navia. Todos ellos son concejos ganaderos, marineros y turísticos con E mayúscula de Excelencia: en ello reside su futuro. Asomarse a la rasa costera asturiana y vislumbrar un vergel es todo uno. Plantaciones kilométricas de maíz que alimentan miles de frisonas en estabulación, extensas praderas, árboles frutales y huertas por todos los rincones, caseríos preciosos, casonas de indianos, viviendas unifamiliares, hoteles, casas rurales y restaurantes dan fe que nos encontramos en un paraíso costero. Sí, ya sé que los tiempos que nos tocan vivir no son los mejores, pero sólo preservando los dones que la naturaleza y el esfuerzo de sus habitantes han conservado y creado a través de los siglos llegaremos a buen puerto. No se puede echar al traste tan excelso bagaje con la apertura de una mina que en quince años, contando que el oro no rebaje su cotización, cerrará las puertas tras esquilmar el valor añadido, dejando como herencia una campiña arruinada y, durante centurias, la bomba de relojería que supone la balsa de lodos contaminados. Si alguien lo pone en duda que se acerque a Boinás (Belmonte) o Carlés (Salas) para observar lo que vale un peine. Los dos espacios convertidos en dramáticos paisajes lunares, con el agravante, para el primero de ellos, de las balsas de cianuración. Una de ellas, la que se halla sobre el cauce del río Cauxas y consiguientemente sobre el del Narcea, sellada, que ya hace unos años dejó sin vida dicho río y que cualquier otro, por un movimiento sísmico, puede arrasar todo el valle del Narcea, al igual que sucedió en Aznalcóllar. La otra también se encuentra en un terreno que, por sus características geológicas, puede sufrir filtraciones que afecten los recursos hidráulicos de la zona.

Siempre que la Administración sea coherente con la puesta en valor (frase de moda entre políticos) del territorio astur, seguro que Astur Gold no conseguirá los permisos necesarios para poner en funcionamiento dicha explotación, ajena y sin capacidad de adopción en una comarca privilegiada por su sobresaliente valor ecológico y arqueológico. Son numerosas las razones para rechazarlo. Se necesitarán bastantes más de 100 hectáreas para poner la mina de oro en funcionamiento en los siguientes apartados: una galería de 2,7 km. de longitud para alcanzar el nivel necesario de explotación, 200 m. de profundidad bajo el nivel medio del mar, con el correspondiente emboquillado más tres pozos de ventilación con una superficie de ocupación de 25 hectáreas para almacén, talleres, planta de hormigón, etc. Contando siempre que el precio de la onza de oro no rebaje su cotización (en caso contrario la empresa tomará las de Villadiego haciendo mutis por el foro, como siempre hacen, dejando un rastro laberíntico de sociedades imposible de descifrar: reclamaciones al maestro armero). Tres gramos de oro por tonelada métrica de roca removida y triturada varias veces, que emplea en el tratamiento hasta 1,5 kg de cianuro de sodio por tonelada de mineral tratado, y bastante más de ácido sulfúrico; calculen, por no dárselo todo hecho, qué cantidad supone cuando se van a remover dos millones de toneladas al año. Demasiada ¿verdad? Un fallo en el transporte o almacenamiento tendrá consecuencias catastróficas. No en vano hay que recordar que en los últimos 25 años se registraron más de 30 accidentes en todo el mundo relacionados con estos venenos. A todo ello sumaremos las toneladas de arsénico, estaño y molibdeno que se producen en este desarrollo industrial. ¿Les parece que no está mal? Pues todavía hay que añadir 34.000 metros cuadrados de la escombrera de estériles que tendrá una altura de 12 m. Igual que una casa de cuatro plantas.

Ahora saben por qué la minería del oro está considerada la industria más contaminante y peligrosa del mundo, ya que, además, debemos de mencionar las balsas de decantación de lodos tóxicos, con capacidad para 7 millones de toneladas, una altura de 23 m. y una ocupación de 53 hectáreas. ¿Quién va a garantizar el mantenimiento, durante cientos de años, ante posibles riesgos de filtraciones, rotura o desbordamiento por lluvias torrenciales? Hay que agregar pistas, planta de gasóleo, planta de abastecimiento de aguas; por cierto, ¿de dónde van a salir los millones de litros de agua y cómo se van a tratar?

Dicen los ganaderos de Brul que en cuanto las empresas lecheras detecten metales pesados en la leche dejarán de recogerla. No solo a ellos; también a los de todo el concejo, y a los de Castropol. No se fíen, al estar sobre la red de drenaje del río Anguileiro, la contaminación afectará a acuíferos, playas y costa de Tapia. La solución compatible con el medio ambiente es que este proyecto nunca sea realidad. No podemos enterrar agricultura, ganadería, pesca, riqueza forestal y turismo que son el porvenir real de esta comarca. Y no olviden «El pueblo, unido, jamás será vencido». ¡Mina no!