El deporte nacional, además de la envidia y el fútbol, consiste, como ya se sabe, en meterse con Mourinho, y últimamente con Wert, promotor de una ley que ha vuelto a poner de acuerdo en Cataluña al tripartito. A Wert se le juzga no sólo por el famoso anteproyecto de ley, probablemente un churro como todas y cada una de las leyes anteriores, sino más bien por lo que dice y cómo lo dice. Parece como si sus detractores consideraran especialmente grave la forma que tiene de acusar el castigo comparándose con un toro bravo. Los toros están mal vistos, mucho peor que la corrupción institucionalizada en Cataluña. Así somos aquí.

A Wert se le tiene por patoso e inoportuno. Probablemente por irreverente en los salones enmoquetados de la corrección política. Y, sin embargo, el ministro de Educación, aun reculando, ha venido a defender la oportunidad de que cualquier español tenga derecho a educarse en España en la lengua oficial del Estado. Algo que cualquiera procedente del mundo exterior vería como lo más razonable y lógico.

Igual, ya digo, el anteproyecto de Wert es una chapuza en términos generales. De él apenas conocemos los enunciados. Posiblemente el ministro o el Gobierno, con la tímida defensa del castellano o el tímido ataque a la inmersión lingüística en Cataluña -defínanlo los lectores como quieran-, le estén poniendo en bandeja a Mas la oportunidad de agarrarse a un clavo ardiendo para superar su batacazo electoral. También se decía que con las denuncias sobre las cuentas en Suiza del President y de Pujol se le estaba haciendo la campaña a CiU y ya ven lo que ocurrió.

Lo oportuno, en último caso, más allá de la inoportunidad de Wert o su identificación castiza con el toro bravo, es si en un territorio del Estado español se pueden seguir vulnerando los derechos de unos ciudadanos a recibir educación en lengua oficial más hablada. Como esto no sucede en ningún otro lugar del planeta, la discusión se convierte en insólita pero resulta esencial. Lo de menos es si resulta oportuno o no políticamente espolear a un sujeto como Mas. Creo yo.