Son multinacionales de distintos sectores y tienen en común su origen estadounidense, pero, sobre todo, los trucos a los que recurren para pagar el mínimo de impuestos allí donde operan por sus multimillonarias ganancias. Hablamos de Amazon, de Google, de Apple, de Microsoft, entre otras.

La próxima vez que encargue un libro o un DVD a través de internet, sepa que ha firmado un contrato con una empresa con sede en Luxemburgo, Amazon EU Sarl (en francés: sociedad de responsabilidad limitada).

El Gran Ducado tiene el mayor PIB per cápita del mundo tras Qatar gracias a su sector financiero, su condición de paraíso fiscal y a un tratamiento extraordinariamente benévolo para los beneficios de las empresas, sobre todo si son del sector de la propiedad intelectual, ya que entonces es de sólo un 5,7%.

Y Amazon ha reunido los derechos de marcas y patentes en un «holding» con sede en ese minúsculo país centroeuropeo que le ofrece un tratamiento fiscal mucho más favorable que el Estado norteamericano de Nevada, «holding» al que su otra filial luxemburguesa, Amazon Sarl, paga una tarifa por la licencia de la tecnología que emplea en sus ventas por internet.

Amazon ha conseguido, así, acumular allí beneficios del orden de los 2.000 millones de dólares, en buena parte libres de impuestos. Los perjudicados han sido los erarios públicos de varios países europeos, pero también los propios Estados Unidos, cuyas autoridades reclaman ahora a la compañía el equivalente de 1.500 millones de euros de impuestos adicionales.

Amazon no está sola en su afán por reducir su exposición al fisco allí donde hace sus negocios. Microsoft se las arregló para pagar en 2011 sólo un 4% de impuestos sobre sus ganancias gracias a sus filiales en Puerto Rico, Irlanda y Singapur.

Aún menos -un 3,2%- pagó ese año en impuestos Google, aprovechando una estructura que se conoce en la jerga como «un irlandés doble con un sándwich holandés» por el papel que desempeñan dos sociedades radicadas en Irlanda y un holding radicado en Holanda. A los que se suman las filiales que tiene en el paraíso fiscal de Bermudas. En 2011, a través de ese sofisticado mecanismo, Google transfirió a la isla caribeña un 80% de sus ganancias mundiales antes de impuestos.

Pero también empresas de un tipo muy distinto, como Starbucks, han aprendido rápidamente la manera de minimizar los impuestos que pagan. En Gran Bretaña suscitó indignación popular el hecho de que la cadena norteamericana de cafeterías no hubiese pagado ni 9 millones de libras de impuestos en los últimos 14 años cuando en todo ese tiempo ganó más de 3.000 millones.

El asunto ha tomado tal cariz que varios políticos europeos, desde el británico David Cameron hasta la alemana Angela Merkel, han optado por denunciar públicamente las prácticas cada vez más agresivas de esas multinacionales para burlar al fisco de los países donde operan. Prácticas muy habituales, sobre todo, en los sectores tecnológico y farmacéutico, y que consisten en la compraventa de bienes y servicios entre las diversas filiales de una misma compañía radicadas en diferentes lugares, de modo que al final los beneficios de la compañía matriz se declaren en el de más baja imposición y, a ser posible, en un paraíso fiscal. Dicen que el tema preocupa tanto a los gobiernos que se tratará en la próxima cumbre del G-8, que tendrá lugar en junio en Londres. Veremos lo que sale.