Resumiendo mucho, la clave del éxito de un país descansa en la estabilidad política, la paz social, una educación de calidad y una economía productiva e innovadora. Para que exista esa economía debe existir un sistema financiero saneado, gran cantidad de pequeños empresarios, unas cuantas grandes empresas y un sector público sostenible.

Que España no ha acertado aún con esa clave es un hecho evidente. Que después de cinco larguísimos años de crisis existan señales prometedoras también es evidente, si se miran las cosas con perspectiva y realismo.

Los años que vienen no serán fáciles, ni se parecerán en mucho tiempo a los de antes de la gran crisis. España ha vivido de un modelo productivo obsoleto, acostumbrados a créditos baratos y endeudamientos muy altos. Todo eso pasó. Como pasaron los tiempos en los que el Estado podía pagarlo todo. El dinero público es de todos, hay poco y está muy caro el conseguir más.

Tampoco es cierto que España pudiese hacer su camino sola, lejos de la Unión Europea, lejos del euro, de la Merkel, de la austeridad y de los demás demonios familiares que irresponsablemente ciertos políticos y comunicadores nos venden.

No hay otro camino que seguir juntos, agrupados como caballos en medio de la tormenta, sabiendo que esta Unión Europea es incompleta, defectuosa y desequilibrada, en la que, si no andamos atentos, los que están mejor mejorarán más y los que están mal irán incluso peor. No está escrito que tenga que ser así, es mi responsabilidad como político europeo vigilar que no suceda.

España cuenta por primera vez en muchos años, si es que tuvimos, un superávit en nuestra balanza exterior, exportamos más que importamos y la tendencia es creciente; no lo es para ninguno de nuestros vecinos. Nuestra productividad es la cuarta europea inmediatamente detrás de la alemana y su mejora en un año es espectacular. No es ajena a ello una reforma laboral muy dura pero imprescindible, como demuestra la comparativa europea en materia de competitividad donde España adelanta a Bélgica o Francia, países que han perdido empresas importantes que han aterrizado en España.

Tenemos que cuidar nuestra industria. No hay país viable sin industria fuerte. Y hay que aprovechar lo propio, el turismo, la relación con América Latina, la Marca España... los años que vienen son duros, pero saldremos. Somos un gran país.