Una combinación de apocamiento y necedad sigue prolongándose en los llevadores del plan de vías y estaciones de Gijón. Las administraciones que lo conducen son tres, como es sabido: Ministerio de Fomento, Principado de Asturias y Ayuntamiento de Gijón, pero ni la pusilanimidad ni la estupidez les corresponde en las mismas proporciones. De hecho, ni siquiera se puede atribuir la necedad a Fomento, pues más bien lo que ha sucedido es lo inverso, a saber, que el Ministerio debe de pensar que los idiotas son los gijoneses.

Esto se significó cuando las autoridades ministeriales le impusieron a la villa de Jovellanos capar el plan previsto y reducirlo económicamente y, encima, negarle hasta un euro público. Además, Fomento insinuó que o se acataba eso o liquidaban Gijón al Norte -la sociedad instrumental del plan-, al modo de lo que ya ha sucedido en ciudades como León o Valladolid. Pero hay una diferencia: en ninguno de esos lugares Fomento es titular de un túnel de 3,5 kilómetros totalmente inutilizado, circunstancia que sí se da en Gijón, desde El Parrochu a Viesques y a unos 25 metros de profundidad. Simplemente por ello merece la pena que Gijón al Norte siga existiendo para evocarle al Ministerio el profundo ridículo y despilfarro que supone colocar el plan de Gijón en vía muerta, en un puro callejón sin salida. La guinda de estos sucesos la pusieron ayer limpiamente negro sobre blanco los altos cargos ministeriales que ni siquiera asistieron a la reunión del consejo de administración de Gijón al Norte, celebrada en la villa de autos.

Y al otro lado del Ministerio se sitúan Principado y Ayuntamiento, aunque parecen abducidos u operando bajo el lema de «vamos a tirar para delante a ver si libramos». Ahora hablan de que una comisión urbanística y técnica estudie el capado que ejecuta Fomento. Hoy, al Principado, dicho sea castizamente y con los debidos respetos, lo que le sucede es que un día y otro le sacan el ojo y le mean en el agujero. Y mañana hablaremos del Ayuntamiento, aunque no hay excesiva diferencia.