Hace unos días tomaba un café en Gijón con dos amigos que, como seis millones doscientas mil personas en España, están sin empleo. Para mayor desgracia, son parados de larga duración y forman parte de esos 6.317 asturianos que están pendientes del salario social.

Comentando con ellos la gravedad de la situación económica en España y en Asturias, me decían que lo que peor llevaban era la sensación de inutilidad que tenían todas las mañanas al levantarse. Esa sensación de impotencia que les llevaba a pensar que no servían para nada. Se consideraban una carga para la sociedad.

La conversación fue derivando y terminamos hablando del mal tiempo de los últimos meses. La pluviosidad fue intensa y la posibilidad de grandes incendios durante el próximo verano se acrecentaba. Recordando que el año pasado habían muerto once personas en los diferentes incendios y se habían quemado 200.000 Hectáreas, preveíamos que este año podía ser aún peor.

Los tres estábamos de acuerdo en que la prevención era lo más importante. Es verdad, como dice nuestro ministro Arias-Cañete, que limpiar todos los montes de España es imposible en estos momentos de penuria, pues costaría la friolera de 13.500 millones de euros. Y España, ni puede, ni tiene capacidad para arreglar esos 27 millones de hectáreas de monte en estas circunstancias. (Cómo recordamos en ese momento los 13.000 millones de euros de los dos Planes E de Zapatero, tirados en su mayoría a la basura?).

Pero algo sí se podía hacer de cara a la prevención. La limpieza del monte es un asunto de Estado, pero también un asunto autonómico. Llevamos muchos años de abandono de los montes. Hace unas décadas, se utilizaba el monte como medio complementario de la vida rural. Su explotación permitía mantener vivo el monte; gracias a su cultivo las capas freáticas abastecían las fuentes y manantiales; y gracias al pastoreo proliferaban las semillas y se evitaban incendios, además de contar con los pastores a pie de llama.

Hoy el monte es un auténtico bidón de gasolina, y en años como el actual mucho más. Alguno de ustedes me dirá que se han realizado muchos cortafuegos, y es verdad, pero hay que mantenerlos y no se hace. A futuro, no sólo nos estamos jugando el paisaje o la caza, también nos jugamos nuestro ecosistema.

Al pensar en su situación laboral y en los incendios, me vino a la memoria un Real Decreto-Ley de Septiembre del 2012 con medidas urgentes para paliar los daños producidos por los incendios, donde los parados podían ser requeridos para colaborar en la limpieza de los montes quemados. Realmente la posibilidad de hacerlo estaba ya contemplada en la Ley General de Seguridad Social de 1994, pero lo que hizo el Real Decreto-Ley de septiembre fue concretarla. Mediante esta norma, los parados que sean emplazados podrán aumentar su prestación de desempleo o mejorarla mientras que las administraciones públicas pagarían sus cotizaciones sociales.

Comentado con mis amigos, les pregunté si estarían dispuestos a trabajar en la limpieza del monte. Oigan, los dos al unísono me responden: «Por supuesto. No sólo nos serviría para estar ocupados, sino que además sería un trabajo de utilidad social que redundaría en beneficio de la comunidad, sirviéndonos de autoestima al pensar que podemos seguir siendo provechosos para la sociedad». En ese momento pensé que en el mundo había gente extraordinaria, porque estaba seguro que lo mismo que pensaban mis dos amigos lo asumía la mayoría de las personas sin trabajo.

Al despedirme de ellos, les dije que haría un artículo animando al Gobierno de Asturias a estudiar esta posibilidad. Y aquí está. Soy de la opinión que, aunque el Real Decreto-Ley del 2012 habla de incendios, ¿por qué no se va a poder hacer extensivo a la prevención de los mismos? Hoy en día, como comentábamos, es vital la limpieza de los bosques y los cortafuegos para la prevención de los incendios. La maleza, las ramas quebradas, los árboles caídos y los matojos actúan como un reguero de pólvora que provoca, acelera y aviva las llamas en un incendio; su limpieza es fundamental para que las consecuencias no se agraven.

Viendo la predisposición de mis dos amigos, estudiando la legalidad vigente o haciendo una nueva, y pensando en lo mucho que se puede hacer antes de que llegue el verano, me gustaría sugerir al Gobierno de Asturias que de un paso adelante en la prevención de incendios. Si adoptáramos estas medidas estaríamos apagando de la mejor manera el fuego. Y por otro lado, también le estaríamos diciendo a esos miles de parados asturianos que todavía son muy necesarios en una sociedad en la que cada día tenemos que ser más solidarios.