El Consejo de Ministros acordó en su reunión del viernes 26 de abril la remisión a la Unión Europea y a la Comisión Europea del Programa Nacional de Reformas 2013 y de la actualización del Programa de Estabilidad. Son documentos que deben leerse con interés pues, en principio, marcan la estrategia de actuación del Gobierno en materia económica hasta 2016. Otra cosa es el margen de maniobra con que el Ejecutivo cuente para desarrollarla y su eficacia al ser llevada a la práctica. Pero, en cualquier caso, señalan el escenario al que, previsiblemente, deberán enfrentarse los emprendedores durante los próximos años.

Dentro del balance de las reformas que ya se están aplicando, el Gobierno ha querido destacar la capitalización del 100% de la prestación por desempleo en algunos casos, los incentivos a la contratación de determinados segmentos de población, el fomento del emprendimiento joven con una tarifa plana de la «cuota de autónomo» y las medidas de tributación reducida para nuevas empresas. En cuanto al futuro inmediato, considera el apoyo a los emprendedores una de las ocho reformas clave para lograr la competitividad y el crecimiento que, según sus previsiones, permitirán crear empleo el próximo año 2014. Ese apoyo se concretará en la Ley de apoyo al emprendedor y su internacionalización, que el Ejecutivo tiene previsto presentar este mismo mes de mayo.

Esta Ley supondrá la adopción de una serie de medidas fiscales, como el «IVA de caja» para pymes y autónomos; deducciones por reinversión y por I+D, etc. Permitirá agilizar la creación de empresas y reducir sus cargas administrativas y contables, a través, por ejemplo, de la figura de la Sociedad Limitada de Formación Sucesiva, sin capital mínimo para su constitución, o de la supresión de la exigencia de licencia de actividad en determinados servicios y condiciones. Limitará el riesgo en el emprendimiento creando la figura del emprendedor de responsabilidad limitada, y fomentando la «segunda oportunidad», en un intento de hacer frente al estigma del fracaso empresarial. Y a fin de dignificar su imagen social y valorar el esfuerzo de los que emprenden incluirá formación en materia de emprendimiento en Educación Primaria y Secundaria, en la línea de sistemas educativos como el sueco o el finlandés.

Así mismo impulsará la internacionalización de los emprendedores, revisando los instrumentos de fomento a la internacionalización y definiendo de una estrategia alineada con sus necesidades y promoverá la formación básica para llevar a buen puerto las iniciativas empresariales, el asesoramiento especifico, las herramientas on line y los semilleros de empresas.

La Ley, por último, mejorará la financiación de los emprendedores mediante la eliminación de cargas para incentivar la emisión de valores en el Mercado Alternativo de Renta fija, la flexibilización de la regulación de los acuerdos de refinanciación, el acceso a cédulas y bonos de internacionalización, o los incentivos fiscales a los business angels.

En suma, esta Ley parece adoptarse como una pieza más en una campaña en pro del autoempleo, que insiste en presentar el esfuerzo personal y el emprendimiento como única salida a la crisis, al paro o a la emigración. Pero tales medidas (recogidas en la Small Business Act para Europa) pueden provocar una burbuja de emprendedores si el Gobierno no acierta a transmitir a la sociedad un mensaje inequívoco al respecto. Son medidas que deben estar orientadas a dotar al entramado económico del país de una base sólida de pymes bien gestionadas, bien financiadas y competitivas, sobre las que asentarse y crecer, y no ser ofrecidas como la única opción ante el desempleo.

Por otro lado, sólo una mínima parte de las empresas de nueva creación se basarán en avances de innovación o diseño, o tendrán capacidad para internacionalizarse. La mayoría de nuestras pymes y autónomos atienden oportunidades de negocio más o menos tradicionales en segmentos de mercado maduros. No accederán a mercados exteriores, ni desarrollarán proyectos I+D. Para ellos no habrá financiación informal, ni capital riesgo, ni mercado alternativo bursátil. Seguirán avalando su proyecto con todo su patrimonio, y dependerán de los vaivenes de una economía débil, con un consumo nacional átono. Muchos sólo cambiarán el presente de desempleo o trabajo precario por el futuro incierto del emprendimiento.