Los túneles de la Variante se están comportando como ríos subterráneos, como sumideros que succionan, recolectan y evacuan los manantiales que atraviesan, filtrando incluso el agua de la superficie y secando cuencas de León. Por Lena sale un chorro para llenar un embalse, 500 litros por segundo. ¿Por qué el líquido traspasa la bóveda de hormigón? Sigue siendo un misterio. Los capotazos de los dos altos cargos de Fomento que el viernes vinieron por primera vez a la región para ofrecer explicaciones, lejos de aclarar algo, alientan la incertidumbre. Minimizaron las dificultades, despacharon su origen con inconcreciones y no especificaron la razón por la que, si no hay incidencias relevantes, sólo un tubo va a entrar en servicio, y el otro ya veremos.

Que el desafío de atravesar unos estratos de complejísima estructura geológica bajo la Cordillera iba a deparar obstáculos imprevistos era obvio hasta para los profanos en ingeniería. Por eso sorprende el secretismo, desde el inicio, a la hora de esclarecerlos, como si hubiera algo que ocultar. La Variante tampoco logró librarse de la irresponsabilidad y las golfadas con que los gobernantes abordaban las contrataciones cuando España, supuestamente, iba bien: sin rigor, sin pudor y sin ningún escrúpulo con el manejo del dinero público.

No todos los tramos de los túneles presentan idénticas soluciones técnicas. Los trabajos fueron divididos en cuatro lotes. Al haber sido diseñados mediante el procedimiento de adjudicar conjuntamente proyecto y obra, cada uno de los contratistas definió, con arreglo a su experiencia y su conocimiento, una respuesta a las exigencias estructurales. La modalidad de proyecto y obra, una fórmula que convierte a las constructoras en algo así como juez y parte del encargo, fue impuesta por Cascos, el ministro que impulsó la Variante, al poco de haber reprochado a su enemigo Marqués que usara este mismo método en la Autovía Minera.

¿Hubo imprevisión? Sin duda, y escandalosa desde los primeros pasos, pues las máquinas arrancaron en una zona plagada de corrientes subterráneas sin los estudios hidrológicos previos, como han desvelado los geólogos. ¿Hubo fallos de ejecución? Parece que también. Como mínimo, la impermeabilización y la canalización presentan deficiencias. Son elementos intranquilizadores sobre la chapuza que puede haberse cometido, y más cuando algunas empresas adjudicatarias aparecen investigadas en el «caso Gürtel» por el pago de comisiones a los políticos a cambio de contratos. Deseemos que el túnel que va a quedar rezagado en Pajares no corra idéntica suerte que el del metrotrén de Gijón, también una hazaña del ex ministro Cascos, que ahí sigue muerto de risa, preparado para dar champiñones.

Aún sin trenes de Alta Velocidad, la simple apertura de los túneles entre las Polas astur-leonesas, desde la de Lena a la de Gordón, supondrá un gran salto adelante de las comunicaciones ferroviarias asturianas, al permitir ganar en el recorrido a Madrid, en el peor de los casos, más de una hora. Por eso debe hacerse cuanto antes. Lo peor para los intereses de los asturianos es que, en vez de aplicarse en arreglar el desaguisado, los partidos se enzarcen a garrotazos goyescos para buscar réditos miserables.

Aunque los culpables tienen que conocerse con nombres y apellidos, ninguna formación está en condiciones de arrojar la primera piedra. Cascos, el hoy líder de Foro, que sigue empecinado en contar del revés la historia, usó una supuesta perversión del espíritu de la Variante para resucitar en política y presentarse como redentor ante los asturianos. Eso, habiendo consentido antes, como estamos viendo, culminar la tramitación, vaya usted a saber por qué, con graves carencias, según atestiguan los especialistas. No sólo eso: el AVE a Asturias pasó a ser una quimera desde el mismo momento en que el Gobierno de Aznar, Cascos y Rato cedió a las presiones de Fraga para que la vía a Galicia entrara por Zamora en vez de por León, como estaba previsto en un incalificable despilfarro de recursos. La Alta Velocidad con Asturias perdió así masa crítica de pasajeros con esa absurda decisión política y quedó condenada al olvido.

Los socialistas han mantenido una relación traumática con el paso de Pajares. Sus diputados, incluidos los asturianos, votaron en contra de la obra en el Congreso y sus ministros la sobrellevaron a regañadientes cuando la heredaron. Magdalena Álvarez la retrasó lo que pudo mientras empujaba el AVE a su Málaga natal y José Blanco sólo se preocupó de tapar sus vergüenzas, y las de otros, y de regar de millones Galicia con el fin de labrarse una candidatura a la Xunta que descarriló por un chanchullo en una gasolinera. El PP vive cohibido, atenazado por el miedo al coste político de encarar el desastre y contar de una vez la verdad.

En unir Puente los Fierros con la cima de Pajares, con setenta túneles por el medio, se emplearon en 1881 sólo cuatro años, una proeza inigualable en comparación con lo que pasa hoy en la obra que jubilará ese viejo trazado. Sin duda influyó mucho en ese ritmo la presión de los asturianos para impulsar el tendido y rechazar ocurrencias, como el tren cremallera, la gota que colmó el vaso de su paciencia. Aquel malestar alcanzó su cénit con la manifestación que dio nombre a la ovetense plaza de la Escandalera. Con tanta torpeza y tan poca claridad, los demagogos de turno ya andarán tentados de repetir lo mismo. Con su enorme coste a cuestas, la Variante era imprescindible. Lo prescindible es tanta ineficacia en sus gestores.