La Enseñanza Media en España es una calamidad. Las últimas estimaciones confirman lo que todo el mundo sabe. Suma y sigue.

La recién planteada ley Wert da pistas. Por cierto, conviene insistir en lo ya dicho en otras ocasiones: nunca jamás de los jamases entrará en vigor.

La ley es similar a la que había. Apenas unas coordenadas de carácter ideológico las distingue. Ahí está la clave y explicación de todo, sobremanera del fracaso.

Me explico fuera de toda duda. O eso creo.

La ley anterior, y aún en vigor -socialista, claro- era tan ideológica como la que se apunta. Pero nadie protestaba o al menos nadie protestaba por eso.

La que se promete ha cosechado -y sigue- un rotundo rechazo. Los que protestan la tachan de ideológica, pero no ven o no quieren ver que la anterior -la socialista, que sigue y seguirá rigiendo- también lo era y es.

Conclusión: los enseñantes y los autotitulados representantes de los padres, que son los que protestan contra Wert, no tienen nada que ver con los valores medios -insisto: medios- de la sociedad española.

Cualquier persona informada lo sabe desde siempre, pero conviene recordarlo. Los educadores están, como grupo, fatal y descaradamente inclinados hacia la izquierda. Incluyendo ahí a los que se supone que son de derechas, aunque la práctica indica lo contrario; un subgrupo en el que, por cierto, militan frailes y monjas a mansalva.

El divorcio entre los enseñantes y los enseñados o enseñables es, sin duda, la clave del fracaso escolar pavoroso.

Y va a más porque la crítica, la protesta y la reclamación cursan por la exigencia de más presupuestos. En Asturias bien sabemos, merced a las cuitas en torno a Riopedre y la Roldana, para qué valen esos pluses de dinero.

Final descorazonado: la izquierda es puro Tercer Mundo y en la enseñanza, sobremanera.