Este artículo debía tratar sobre Siria, pero bombardear a Ben Affleck gana en urgencia a dinamitar a distancia a Asad. La comunidad internauta se ha rasgado los iPads ante la posibilidad de que el director y protagonista de «Argo» encarne a Batman. El clamor suena exagerado, dado que van a ver la película pirateada en iPhone, con diálogos en finlandés y subtítulada en swahili, por lo que el murciélago será indistinguible de Fernando Esteso. Necesitamos en todo caso una versión definitiva del escándalo, a cargo de una víctima de la producción reciente del nuevo Batman. Nuestro veredicto es inapelable. Ben Affleck es el director más excitante de la actualidad, está reproduciendo la carrera detrás de la cámara de Clint Eastwood. Además, Ben Affleck es el peor actor contemporáneo, con la posible excepción de Matt Damon, Leonardo DiCaprio, Robert Pattinson y Nicolas Cage. He dicho. Los magníficos fundamentos de «Argo» se aprecian porque sobrevive al lastre de un protagonista despistado y falto de concentración, tal vez por las noches de insomnio al compaginar dirección y actuación. El director Ben Affleck ya nos había asombrado en «The town», donde su labor interpretativa era camuflada por el reparto que le arropaba. Con permiso de los internautas, la oposición al nuevo Batman debe arrancar de quienes nos veremos privados de las películas que podría concebir. En la familia Affleck hay un actor auténtico, pero se llama Casey Affleck, obligado a compensar su peso físico inferior. Ben Affleck proyecta debilidad, y Batman no será su Pearl Harbor porque ya rodó una película de este título, a cargo del Sam Raimi especializado en superhéroes. En todo caso, no empeora a sus predecesores. El aclamado Christian Bale es únicamente el mejor actor pasmado desde Gary Cooper, aunque irresistible para personas capaces de enamorarse de unos pómulos. Las películas de superhéroes son cine reciclado, comer pizza cocinada tres días atrás. Se olvida que no han de agradar a los fanáticos del cómic, sino al deprimido contingente de espectadores. Los títulos bajo dicho epígrafe comparten una característica común, todos son horrorosos. Además, han corrompido a directores tan valiosos como el citado Raimi o Christopher Nolan. Entre las peores producciones de 2013 figurará por fuerza «El hombre de acero». Y para acabar con un dato positivo, existe una interpretación apreciable de Ben Affleck, su autoparodia en la extraordinaria «Shakespeare in love». En cuanto a Siria, puede esperar.