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Joaquín Rábago

Comprensión lectora

Las razones del mal resultado de los adultos españoles en el último informe PISA y cómo corregirlo

Ha causado gran revuelo mediático la noticia de que los españoles figuramos en el penúltimo lugar de la lista del informe de la OCDE sobre la comprensión lectora de los adultos.

España es desde siempre un país donde se lee poco y mal. No hemos superado el analfabetismo funcional que nos aqueja y no parece que debamos sentirnos orgullosos de lo conseguido.

Cuando uno viaja en cualquier medio de transporte público en los países del norte de Europa, le sorprende muy positivamente el número de personas enfrascadas en la lectura de un periódico o un libro. Otra cosa, ciertamente, es la calidad de algunos de esos periódicos, pues no es lo mismo el "Financial Times", "The Guardian" o "Le Monde" que el "Daily Express" o el "Bild".

No importa. Aquí cada vez uno observa que se leen menos periódicos que no sean los gratuitos. La mayoría de los viajeros, sobre todo los jóvenes, están continuamente ocupados con sus móviles, destrozando de paso la ortografía o la sintaxis.

Cuando uno suscita algún tema de conversación, se da inmediatamente cuenta de que mucha gente carece de lo que podríamos llamar "pensamiento propio" y se limita a repetir lo que ha escuchado de unos o de otros en los programas de radio o de televisión. Muchos funcionan sólo a base de estereotipos y frases hechas.

Claro, que el lenguaje de nuestros políticos tampoco ayuda. Aunque hay, por supuesto, excepciones, la mayoría utiliza lo que en francés se llama expresivamente "una langue de bois" (una lengua de madera). Les faltan imaginación y espontaneidad. Hacen sus parlamentos a base de latiguillos y repiten hasta el aburrimiento frases como "a día de hoy", "inaugurar un nuevo tiempo", "poner en valor".

Tampoco ayudan esos programas de televisión en los que todos gritan, se insultan, se interrumpen sin haber escuchado los razonamientos -si pueden llamarse así- del contrario, hasta el punto de que uno no sabe si les pagan precisamente para que no dejan hablar al otro porque resulta un espectáculo más divertido para el espectador.

Se está dando un rápido y preocupante empobrecimiento del lenguaje, en el que tienen su parte de responsabilidad los medios de comunicación, pero que se debe, sobre todo, a la insuficiencia de lecturas literarias del españolito medio.

Es algo que sólo puede corregirse desde la escuela, donde hace falta profundizar en la lengua propia, lo que en ningún caso se va a lograr con experimentos como el de dar clases de cualquier asignatura en inglés u otra lengua extranjera mientras no la hablen bien ni el profesor ni el alumno.

Hay que enseñar a nuestros escolares a resumir verbalmente lo que han leído, a exponer por escrito sus ideas sobre cualquier tema que se les proponga y a debatir en voz alta, como se hace en los colegios de otros países. Sólo así conseguiremos subir puestos en ese informe que hoy tanto nos abochorna.

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