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Los asturianos, una mezcla valiosa

Un crisol de razas que han conformado el espíritu indomable de esta región

A mí me gustaría entender el porqué los asturianos que somos unos especímenes muy conseguidos no hemos conseguido levantar nuestra tierra al nivel que nos corresponde.

Somos el resultado de la mezcla entre personas de diferentes etnias y culturas que pasaron por aquí dejándonos grandes legados que no hemos sabido aprovechar del todo.

Tenemos una gran influencia celta y eso se puede ver claramente por la cantidad de asturianos rubios y de ojos azules que nos encontramos fácilmente si nos pateamos nuestros pueblos y aldeas, hasta las más remotas. Los romanos llegaron, no atraídos especialmente por nuestras bondades sino por nuestro oro. No nos trataron muy bien, se llevaron a nuestros hombres a las minas hasta que acabaron con todo, no dejaron ni unas míseras arenillas. Eso sí, mientras duró el proceso, no pudieron evitar dejarnos algo de su cultura. Lo más importante el idioma, su organización, sus construcciones. Claro está, siempre partiendo de la premisa que ellos eran los superiores y nosotros los analfabetos del lugar. Qué manía de la gente de invadir un país y considerar a los lugareños inferiores. Ellos la élite y los invadidos a obedecer sin rechistar. El colmo.

Llegan los godos y más de lo mismo, ellos gigantescos, fuertes y rubios miran a nuestros bajitos antepasados con desprecio y en el mejor de los casos con condescendencia. Al principio, prohibido mezclarse unos con otros. Qué estupidez, cuando la unión entre las mismas familias al final da unos resultados tristísimos. Con el paso del tiempo la prohibición fue imposible de mantener y se cayó por su propio peso. Así que el componente godo vino a añadirse a nuestros genes. Enriqueciéndonos mutuamente.

Luego llegan los moros, ¿los llamaré árabes o moros? Bueno los llamaré moros porque me gusta a mí este nombre y siempre lo usamos así en nuestra ciudad y para prenda basta un botón, la calle Los Moros. En teoría aquí casi no estuvieron, porque los bravos astures encabezados por el rey Pelayo los echamos con nuestra victoria en la batalla de Covadonga. Pero nada es nunca totalmente blanco o totalmente negro. Y la realidad es que estuvieron una temporada por aquí y no hacían ascos a nuestras mujeres, recordemos a Munuza que gobernaba en Gijón y se enamoró perdidamente de la hermana de Pelayo. Así que los moros añadieron otra muesca a nuestra sangre.

A pesar de resultar enriquecidos con tantas buenas aportaciones, nos sumimos en el silencio y la oscuridad durante siglos. Asturias siempre ha tenido estupendas individualidades que han sobresalido en las letras, las artes, la política, la música pero que nos abandonaban y solo volvían a su tierra esporádicamente. Don Pelayo, Gaspar Melchor de Jovellanos, Rafael del Riego, Nicanor Piñole, Evaristo Valle, Grande Covián, Arturo Alvarez-Buylla, Leopoldo Alas Clarín, Carmen Gomez-Ojea, Adolfo Álvarez-Buylla y González-Alegre.

Volvimos a levantar cabeza cuando en el siglo XVIII declaramos la guerra a los franceses y fuimos de los primeros en levantarnos en armas contra ellos. Está claro que nos van los retos y nos unimos contra un enemigo común que venga de fuera. Incluso en 1883 se reunieron unos cuantos republicanos federales para instaurar una Constitución asturiana que ni se instauró ni duró nada pero estaba bastante bien.

Fuimos pioneros cuando la revolución industrial con el carbón, las minas, los primeros trenes pero no lo hicimos muy bien, mucha desigualdad social, la terrible vida de los mineros que al final se volvió en nuestra contra.

Y ahora por aquí andamos dando bandazos. Insultándonos unos a otros. Los mediocres se unen y nos gobiernan de mala manera, casi siempre en su propio beneficio. Ha llegado la hora en la que los asturianos que valen, que son más de lo que creemos, cojan las riendas, que puedan volver los magníficos y bien preparados jóvenes que han tenido que marcharse y entre todos echemos a los corruptos e ineptos y pongamos a Asturias en su sitio.

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