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Ich bin ein Neandertaler

Un repaso a todo lo publicado por LA NUEVA ESPAÑA sobre los neandertales desde 2012

En 1989 pasé casi un año en la Universidad de Paderborn, al norte de Alemania. Y tuve una gran oportunidad. Un fin de semana, invitado por unos muy buenos amigos, alemán él y asturiana ella, me llevaron a visitar el valle de Neander, Neandertal, a no más de diez kilómetros de Düsseldorf donde mis amigos vivían. Fue mi primer contacto con la prehistoria.

Después, mucho después, durante los primeros trece años de este siglo y por razones que no viene a cuento relatar, pues no es el momento ni el lugar para contar mi vida profesional, tuve una segunda gran oportunidad. Conocí de cerca, muy de cerca, la prehistoria y a los prehistoriadores. Y muchas de las cuevas donde nuestros ancestros dejaron su huella.

Ahora, jubilado reciente y voluntario, sigo en contacto con ella. Y siguiendo sus noticias a través de las publicaciones científicas y periodísticas, me vuelvo a encontrar con mi amigo el hombre de neandertal, que en mis primeros tiempos era el Homo sapiens neandertalensis y que, por alguna razón que no soy quién para evaluar, perdió en los últimos años el adjetivo de sapiens.

En este seguimiento del asunto, dada la proliferación de noticias, me ha dado por revisar las últimas publicaciones en LA NUEVA ESPAÑA a través de su lectura diaria y de su hemeroteca entre 2012 y el mes de abril de este año 2014. Sorpresa.

El 15 de junio de 2012, en la revista "Science", se levanta de nuevo la polémica sobre si algunas, no todas indudablemente, de las manifestaciones artísticas de nuestras más emblemáticas cuevas prehistóricas, como son Altamira, Tito Bustillo y El Castillo, fueron realizadas por los neandertales que las habitaron.

Y, valga el inciso, en el Primer Symposium Internacional de Arte Rupestre celebrado en Ribadesella en 2003 tuve la oportunidad de conocer, charlar y hasta cenar con João Zilhão, autor muy principal de la investigación publicada en "Science", autoridad reconocida sobre el mundo neandertal y, es obvio, "neandertalista" convencido. Y también es obvio que en aquel momento hablamos del hombre de neandertal, de los hombres del valle de Neander, y de sus habilidades. Hablamos largo y durante un tiempo después nos escribimos sobre el Homo sapiens neandertalensis, que al parecer ya no es sapiens.

Ese mismo 15 de junio de 2012, en LA NUEVA ESPAÑA se recoge "la posibilidad de que los primeros artistas fueran neandertales, un nuevo horizonte científico". Al día siguiente, se publica que "los expertos descartan la vinculación del neandertal con el arte de Tito Bustillo". Durante el resto del año se refleja que "los neandertales se automedicaban", que "los neandertales añadían vegetales a su dieta de carne, según un estudio" y que "el rastro genético del neandertal también llegó al norte de África".

En enero de 2013, siguiendo la misma fuente, leo "Sidrón por la calle Uría": un tal George Church, genetista de la Universidad de Harvard, pretende clonar un neandertal pero le falta una mujer "suficientemente valiente". Y el 1 de febrero se sabe que "los neandertales cantaban ópera". Así se suceden las noticias neandertales hasta que un 24 de septiembre aparece "Competencia, temor y sexo ocasional: la relación entre sapiens y neandertal", lo que levanta la liebre sobre las aventuras lúdicas entre los modernos y los antiguos y sobre si la aventura fructificó. Si lo lee mi amigo João Zilhão tira voladores, y yo se los enciendo. En otoño, 22 de octubre, "científicos británicos discuten la dieta vegetal del neandertal asturiano", discusión extraña, habida cuenta de que la huerta asturiana dista mucho de ser la murciana, aún en aquellos tiempos, aunque verde en Asturias siempre ha habido.

Finalmente, en los pocos meses de este año de 2014, e insisto en la misma fuente, leí que "los genes neandertales contribuyeron a la adaptación del hombre moderno al frío". Muchas gracias, amigos neandertales, porque es obvio que los genes contra el frío no se transmitían en jarabe, más bien sobre la mullidas praderas asturianas, lo que nos vuelve a llevar a los encuentros más que lúdicos y la duda sobre lo fructífero del encuentro.

Y mientras "neandertales y osos competían por las cuevas", según se publicó el 20 de marzo, el 13 de abril sale a la luz que "neandertales y humanos modernos "no se vieron las caras" en España, según un estudio". Después, hasta el 22 de abril, se monta la polémica sobre el "epigenoma" neandertal y su "diversidad genética".

Y no hay más que decir, que se pongan de acuerdo. Mientras, yo sigo siendo amigo y seguidor de João Zilhão, el gran defensor de los neandertales.

La suerte, o más bien la mala suerte, ha sido que nuestros dirigentes no sean producto de las aventuras de los neandertales o neandertalas con los o las supuestamente sapiens. Definitivamente Ich bin ein Neandertaler.

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