En una de las columnas que publica en el semanario italiano "L'Espresso" el novelista y semiólogo Umberto Eco criticaba la crasa ignorancia que muchos jóvenes que se presentan en su país a los concursos de televisión tienen de la reciente historia europea e incluso de la de su propio país. En uno de esos concursos se preguntó a los participantes cuándo fue nombrado canciller Hitler y se les daba varias fechas: 1933, 1948, 1964 y 1979. Según cuenta Eco, tres de los cuatro concursantes desconocían que el Führer se quitó la vida al final de la II Guerra Mundial, por lo que optaron por fechas posteriores a 1945.
En otra ocasión, se preguntó cuándo recibió Mussolini al poeta y ensayista norteamericano Ezra Pound y se les dio a elegir entre 1933, 1948 y otras fechas posteriores que llegaban hasta 1979. De un joven italiano de cultura media tal vez no quepa esperar que conozca la figura de Pound (1885-1972), el autor de "Los cantos" y "Los cantos pisanos", además de excelente crítico literario y promotor de otros grandes poetas y escritores anglosajones como Joyce, T. S. Eliot y William Carlos Williams. Y el propio Eco confiesa que él mismo desconocía la fecha exacta de la reunión.
Pero cualquier italiano que conozca la historia del propio país debería tener claro que Mussolini no puede haber recibido a su admirador y propagandista del fascismo después de muerto. Debería saber que los cadáveres del Duce y de su amante Clara Petacci, que quiso morir a su lado, fueron colgados en abril de 1945 por los antifascistas en la plaza Loreto y sometidos a toda clase de ultrajes por la muchedumbre. La imagen es una de las más impactantes del final de la guerra. Por eso, por mucho que los concursantes ignorasen sobre Pound, al menos debían deducir que la única fecha posible era 1933, pero incluso en ese dato tan elemental se equivocó alguno de ellos.
Según las estadísticas, muchos universitarios preguntados por Aldo Moro confunden al primer ministro italiano, asesinado en 1978 por las Brigadas Rosas y cuyo cadáver apareció macabra y simbólicamente en un lugar equidistante entre las sedes del Partido Comunista y la Democracia Cristiana, a la que pertenecía, con uno de los dirigentes de aquel grupo terrorista que acabó con su vida.
Todo eso sucede en Italia, pero uno teme que algo similar podría ocurrir entre nosotros si se preguntase a muchos jóvenes en qué fecha se proclamó la Segunda República o cuando llegó el primer hombre a la Luna. Pegados a sus teléfonos móviles, pendientes del último mensaje que les llega de sus amigos a través de las redes sociales, parecen vivir sólo en el presente más inmediato sin que ni el pasado ni lo por venir llegue a interesarles. Y esto debería preocuparnos a todos.
