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Millas

El trasluz

Juan José Millás

Alicates

Dice el refrán que a quien Dios no da hijos, el diablo le da sobrinos. Significa que siempre tenemos que tener un problema en la cabeza. Un problema afectivo, se entiende, ligado a emociones incompatibles con el pensamiento matemático. Un problema de difícil resolución, en fin. Creo que es en El turista accidental, la excelente novela de Anne Tyler, donde el protagonista, cuando conoce la noticia de que va a ser padre, reflexiona que yo no será feliz. Nunca. A continuación piensa que, de perderse esa experiencia, tampoco lo sería. Nuestro estado natural es el de la inquietud, el de la ansiedad. Unos más, otros menos, todos estamos condenados a un grado de estrés que pone fuera de nuestro alcance la felicidad, sea lo que sea y consista en lo que consista.

Ese grado de alerta por los hijos, por los sobrinos o por sus numerosos sustitutos podría ser una herencia de la vigilancia permanente que debíamos mantener cuando, además de depredadores, éramos depredados. Necesitamos mantener una preocupación constante por algo o alguien porque eso nos ayuda a mantener la guardia alta frente a peligros imaginarios o reales. El miedo a ser devorado por un oso no tiene nada que ver con el de perder el trabajo, o no encontrarlo, pero quizá genera un tipo de ansiedad semejante. Tal vez los miedos actuales evoquen los antiguos. Somos la casa de nuestros antepasados.

Ahora bien, el miedo al tigre, al oso, al leopardo, se combatía fabricando mejores armas. Cuando uno fabricaba una lanza, sabía perfectamente a quién iba destinada. Había una proporcionalidad entre el enemigo y nuestras capacidades para combatirlo. El enemigo ahora es difuso. No tiene rostro. Puede ser un fondo de inversión, un producto financiero, un político o un partido político. Puede ser el capitalismo, o el comunismo, o la socialdemocracia. Pero cómo enfrentarse a tales abstracciones. ¿Qué forma deben tener el hacha, el arco, de qué longitud ha de ser la cerbatana? De ahí, se le ocurre a uno, el éxito de las ferreterías, donde cada una de las herramientas que te venden soluciona un problema. Un problema de orden práctico. ¿Con que clase de alicates resolvemos una obsesión?

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