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Alberto Menéndez

Pactos varios

La negociación como gran arma política

Al ciudadano normal no le debe resultar fácil de entender que un partido político, el que sea, defienda una cosa hoy y mañana la contraria o que en un municipio concreto apruebe una iniciativa y en el de al lado la rechace. Sin embargo, para los políticos ese no es ningún problema. Hoy dicen negro y mañana blanco y no sólo se quedan tan tranquilos sino que lo justifican con las ideas más peregrinas que se les ocurren y lo consideran lo más natural del mundo. Y, además, por si faltara algo, descalifican a quienes ponen evidencia sus contradicciones.

El proyecto de Presupuestos del Principado para 2015 es muy similar al de 2013. Por algo tan evidente como que el Gobierno que lo elaboró es el mismo y, además, porque hay el dinero que hay que, desgraciadamente para la región, es poco, demasiado poco. En 2012 el Gobierno socialista pactó las cuentas con IU y UPyD, unas cuentas que ambas fuerzas consideraron las únicas posibles. En 2013 ese acuerdo a tres bandas se rompió, no tanto por la negociación presupuestaria como por la negativa del PSOE a dar el visto bueno a una reforma electoral con el voto en contra de toda la derecha, Foro y PP, lo que le parecía fuera de lugar para un cambio de tanto calado político como éste.

Y así, de la noche a la mañana, la coalición de izquierdas y el partido de Rosa Díaz pasaron de ser socios del Ejecutivo de Javier Fernández a enemigos irreconciliables; pasaron de defender un Presupuesto socialista a descalificar sin matices otro presupuesto socialista.

Ahora, ha sido el PP el que ha negociado y pactado el Presupuesto. Por supuesto que ha logrado incluir alguna de sus propuestas. Pero, como ha reconocido la líder de los populares, Mercedes Fernández, estas cuentas no son, ni de lejos, las que haría un Ejecutivo del PP. Visto lo sucedido, ¿era necesario descalificar como descalificaron los populares el acuerdo alcanzado por PSOE, IU y UPyD hace dos años?

¿Y cómo explican PP e IU, sus duros ataques y contraataques en el Principado cuando, luego, en el Ayuntamiento de Oviedo, pactan entre ellos el Presupuesto? ¿No sería más fácil para todos evitar las descalificaciones y aceptar que el pacto puede ser, o más bien debe ser, una práctica habitual en la política asturiana, y más ahora, que todo hace indicar que a partir de mayo el Principado va a tener el Parlamento más fragmentado de su historia?

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