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Millas

El trasluz

Juan José Millás

Diplomacia y nueces

Si a usted no le ha dado tiempo a leer las últimas noticias sobre Cuba y lo que vienen llamando la normalización de sus relaciones con EE UU, no se apure: queda mucha película por delante. Echen la cuenta de los Papas que se necesitaron para que la Iglesia se disculpara con Galileo y hagan sus cálculos. La diplomacia castrista y la vaticana se parecen en eso: en la velocidad. Sumadas, llegarían las últimas en una carrera de caracoles. Lo que se advierte es que Fidel Castro tiene algo de Papa. Nunca odió al hombre que dice ser el representante de Dios en la Tierra: lo envidió. Castro fue el Salieri de Juan XXIII. Bueno, todo esto son teorías. Lo cierto es que el Papa Francisco, según cuentan, ha llevado las negociaciones entre la Administración USA y la cubana que han desembocado en las declaraciones que quizá usted no ha leído porque le han pillado de compras. O con gripe.

Ya le advierto de que el asunto es histórico: el Gobierno de la isla reconoce de facto (y es solo un ejemplo) que la religión no es el opio del pueblo. Cuando yo iba al colegio, los curas nos contaban los casos de innumerables ateos que en el lecho de la muerte pedían la confesión.

-Cuando las cosas se ponen feas -añadía el padre Ricardo-, no hay ateísmo que valga.

Muchos pensarán que Raúl y Fidel, que tienen una edad, están solicitando la confesión y el perdón. Pero el perdón de quién. El perdón del mercado, de los mercados. Lo que hemos visto en las calles de La Habana es una atmósfera semejante a la que se aprecia entre nosotros en las cercanías de la administración de lotería donde ha caído el gordo. Asfixiados por el desabastecimiento, consideran que el capitalismo es la pedrea. No estaban alegres, en fin, por las conquistas del pasado, sino por las del futuro. Y el futuro son los grandes centros comerciales, las tiendas de ropa, los restaurantes bien surtidos, el negocio... A todo esto es a lo que llaman normalización. Pero si usted no ha tenido tiempo de seguir el asunto, tranquilo, ya le digo: va para largo, sobre todo porque es preciso llegar a un sitio asegurando que no se ha salido del otro. Dice Raúl que el socialismo se queda. O sea, mucha diplomacia y pocas nueces. Tiempo al tiempo.

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