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Labios tapados

Ves en prensa una foto de Jordi Pujol en el Parlament de Cataluña, otra de su hijo Oriol a la salida de un juzgado. El que fuera presidente de la Generalitat argumenta con vehemencia; siempre fue de agradecer que se expresara notablemente mejor que la mayoría de los políticos patrios; otra cosa es lo que tiene que discutir ahora. Su hijo habla a través de un teléfono móvil y se tapa los labios para que no se vea qué está diciendo. Cuánta ingenuidad hemos perdido. En la boda del príncipe Andrés de Inglaterra con Sarah Ferguson- sí, claro que ya llovió, sobre todo allí- la tele inglesa contrató a una o varias personas sordomudas para que leyeran los labios de los contrayentes y así hacer saber a los espectadores qué se estaban diciendo en momento tan señalado. El matrimonio hace mucho que no es lo que era; los labios visibles están dejando de serlo ya. El fútbol, siempre escuela de costumbres, da prueba frecuente de esto. Los jugadores se tapan la boca hasta en los entrenamientos. Se entiende que lo que hablan es importante. La gente se tapa la boca al hablar para que no se sepa qué dice; la explosión verbal de las redes sociales coincide con una mayor tendencia a minimalismo en quien subraya su privacidad; son movimientos divergentes y contemporáneos. De tanto hablar en exceso, se está aprendiendo a callar. A mayor estruendo, mayor desconfianza. En sociedades que incentivan la indiscreción nace por generación espontánea la opacidad.

Llama la atención todo este lío pecuniario que salpica a una de las familias más importantes de Cataluña, un país cuyos modales cívicos juzga uno muy alejados de los códigos de la picaresca. Eso sí que es un dilema identitario: compartir picaresca es compartir ADN. Las reclamaciones territoriales marchan en paralelo a los manejos irregulares de dineros diversos; la salida de un juzgado se está convirtiendo en un lugar de moda. La justicia no da abasto aquí mientras en Suecia se cierran cárceles; es obvio que la Europa del Norte y la del Sur no se entienden bien. Quienes han ganado las elecciones en Grecia tendrán que ir al Norte a explicar sus planes: les costará convencer a sus interlocutores. No se trata solo de una cuestión de programas, sino de actitud ante el concepto mismo de vida política. El Norte y el Sur son distintos. Cataluña tiene históricamente demostrado que mira al Norte; estos marrones financieros de gente importante con cara de saber mucho tiran de ella en dirección Sur, lastran el impulso de cualquier proyecto. Y tal día como hoy nació Mozart, que se tuvo que buscar patrocinadores. Hoy le taparían la boca con la música ambiental. Qué tiempos. Qué sonidos.

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