Los ingenios ópticos condicionan la mirada. Al microscopio se asoma la curiosidad científica. Al telescopio se le dejó de llamar lente espía a propuesta del matemático Giovanni Demisiani en 1611 durante una cena en Roma en honor de Galileo en la que se pudieron observar las lunas de Júpiter. La altura de miras de los astrónomos cambió el nombre al invento que aún hoy se compra como lente espía, dependiendo del grado de inclinación, de la inclinación del usuario y de qué Venus busque.
La mira telescópica es la mirada del francotirador. Se parece al teleobjetivo de la cámara fotográfica, pero desde éste se puede mirar con amor. ¿Ve alguien a su hijo desde una mira telescópica? El francotirador busca objetivo. Casi todas las definiciones de "objetivo" -que se usa en óptica- sirven para la mirada del francotirador. Objetivo es un blanco para ejercitarse en el tiro y cualquier objeto sobre el que se dispara un arma de fuego. Cuando significa "desinteresado, desapasionado" parece definir al ojo, y cuando significa "perteneciente o relativo, al objeto en sí mismo, con independencia de la propia manera de pensar o de sentir" la relación entre el ojo y lo mirado.
El cine, ilusión óptica de la persistencia retiniana, trae la mirada sabia y octogenaria de Clint Eastwood en "El francotirador", historia de un marine enviado a Irak para proteger a sus compañeros con la visión objetiva del que debe identificar a un enemigo entre la población civil -acaso un niño, una mujer- y disparar sin que el pulso emborrone su puntería. Hay que ir formado de casa para verla. Donde unos ven a una persona con una visión básica (hay tres tipos de personas, ovejas, lobos y perros pastores, y él fue formado para perro pastor) que pone su puntería al servicio de sus certezas (y ni así se libra del sufrimiento entorno de un mundo vivido según esa visión lupina) otros básicos ven un héroe lucido por el brillo de la proeza. Eastwood mira.
