Tim Cook, líder de Appel, legará toda su fortuna, salvo una pequeña parte destinada a un sobrino de diez años, a instituciones dedicadas a la solidaridad. Estamos hablando de unos 800 millones de euros. No es el primer súper millonario que toma una medida de similar tenor. Bill Gates y Warren Buffett, que son aún más ricos, hace años que decidieron donar más de la mitad de sus dineros a una plataforma social y después de ellos otros cien plutócratas se han sumado a la iniciativa.

Los que como Alberto Garzón o Tania Sánchez no ven más que malvados capitalistas por todas las esquinas, al tiempo que tiemblan de emoción ante dos mil euros, dirán que así desgravan, que tiene mala conciencia o que es todo mentira. Solo entienden la generosidad como militancia para financiar la famosa vuelta de la tortilla.

El otro día comentaba que una nueva aplicación permite sacar al mercado productos por los que un ciudadano paga lo que quiere o no paga. Para el paleto estándar -que aquí aún todo lo manda y puede- es de pura risa: la gente se llevará el producto gratis y masivamente. Pero no es así, amiguín, porque ya no circulamos por la prehistoria.

Está escrito en Marcos 8:36 "Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo y perdiere su alma?". Garzón, Tania y demás hermanos mártires, pueden sustituir la voz alma por algún valor noble en el que crean y todo se les dará por añadidura.

Ítem más. Por encima de, digamos, una renta anual de medio millón de euros, todo es igual. No hay ninguna diferente entre tres, cuatro o cuarenta millones. Ni siquiera para Pantagruel. Final: es todavía más gratificante dar que recibir.