Los hechos nos empujan a la municipiología comparada y al cotejo de los comportamientos del PSOE en la constitución de las corporaciones gijonesa y ovetense. Antes, hay que aclarar que nos colocamos en la perspectiva del PSOE porque ese punto de vista ha de ser dominante. No en vano se trata del partido histórico, el de los impresores y los profesores, el que heredó ideas de las socialdemocracias más exitosas de Europa, el que abrasó en las elecciones municipales de 1979 anticipando así el triunfo de González en 1982. En cambio, la perspectiva de Podemos es más difícil de aprehender. Además, el número de padecimientos futuros será mucho mayor en el PSOE que en Podemos, que lo tiene todo por demostrar. Con todo esto queremos señalar que la carga de la prueba de lo sucedido en Gijón recae en el PSOE. Es decir, ha de probar por qué es mejor un gobierno de Foro que uno de izquierdas. Pero comparemos. Lo que ha hecho Somos Oviedo en las consistoriales de la capital -entregar sus votos para que haya un alcalde del PSOE- merece variadas evaluaciones, pero no ocultaremos su apariencia de generosidad. Otra cosa es que la decisión de los ediles de Ana Taboada provoque embolias en las bases de la formación. Pero evoquemos además el principio firmísimo escuchado a conspicuos socialistas días atrás: "El PSOE es la misma formación en todos los territorios". Cierto es que lo acaecido en ayuntamientos de toda España hace polvo dicho preámbulo. De hecho, los socialistas asturianos deberían cuidar mucho más sus argumentaciones. Pero lo peor, desde la perspectiva del PSOE, es que, frente a la generosidad o como se llame de Somos Oviedo -primera fuerza de izquierda en sus predios-, los socialistas de Gijón -también primera potencia de la izquierda local- han quedado como la Chata de Pumarín (el barrio ovetense, no el gijonés).
