Dicen que en el fuego de la noche de San Juan uno prende mecha a sus dolencias y perjuicios; que de las ascuas de la hoguera, como ave Fénix, surge un hombre nuevo, despojado de las vestimentas del pasado. Si se puede achacar una virtud al equipo municipal de gobierno de Gijón es haber sabido obtener réditos de la luz y del fuego. Manejan como nadie el efecto de la pirotecnia y de la electricidad navideña. En esa asignatura han obtenido sobresaliente, como volvió a ponerse de manifiesto en la pasada noche de San Juan. Los relatos al calor de las llamas sirvieron para reforzar las tradiciones sociales, promover la armonía y cultivar la imaginación desde tiempos inmemoriales. La humanidad avanzó, se descubrió la electricidad y el ritual diario alrededor del fuego pasó a mejor vida. Así que los padres dedican cada vez menos tiempo a contarles historias a sus hijos, y así nos va: ya no se tejen redes sociales a la luz de la luna, sino a la vista del smartphone.
