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Javier Cuervo

Un millón

Javier Cuervo

La liquidez suena

El "corralito" es un asedio económico que deja a una sociedad sin liquidez. Uno espera que salga del cajero automático tanto caudal como caudales tenga, pero el "corralito" te frustra como cuando abres el grifo y sale un eructo de la cañería y un collar de gotas. Nos parece anormal abrir el grifo y que no salga agua, pero lo es mucho menos que ir a tu banco y que no te dé tus ahorros, tus ingresos, tus cotizaciones, dinero trabajado en el pasado o en el presente e ingresado en la confianza de sacarlo a voluntad. No hablamos del pensamiento infantil que cree que el cajero da billetes a discreción.

Moisés hizo manar agua de una roca (más increíble que sacar billetes de una pared) para saciar la sed de los hijos del Israel, que llevaban 40 años cruzando el desierto, situación que se puede considerar una crisis prolongada. El caprichoso Yahveh del "Éxodo" castigó a Moisés porque le dijo que le hablara a la roca y el profeta la golpeó dos veces con una vara. El exministro griego Varufakis golpeó la piedra y no verá la tierra prometida -aunque podrá escribir libros y dar conferencias-, mientras su sucesor, Tsakalotos, habla con las piedras en Bruselas, siguiendo las órdenes del Yahveh de la pasta. La famosa estafa del "milagro".

El oído percibe de alguna forma el murmullo de la liquidez del dinero y por eso los que van al cajero se mueven como cuando la vejiga aprieta, condicionada por el murmullo del agua. También por eso se sienten más cómodos cuando lo hacen en el interior del banco, aunque les perturbe la presencia de alguien al lado. En Grecia no suena ese ruido: están asediados y al enemigo, ni liquidez. En el asedio de Numancia se bebían la orina para mantener el circuito de la hidratación. El dinero y el agua sirven para muchas cosas. En Grecia hace falta el agua de beber -la llaman el agua de boca-, mientras los ricos de otros países dejan correr la del bidé, que habría que buscar cómo coño llamarla.

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