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Joaquín Rábago

Sumisa Europa

La negativa de Francia a acoger a Julian Assange, el australiano cofundador de Wikileaks

El presidente de Francia, el socialista François Hollande, se ha negado a acoger a Julian Assange, el australiano cofundador de Wikileaks, la organización especializada en filtrar documentos de interés público y comprometedores para muchos gobiernos.

Assange publicó una carta a Hollande en la que se declaraba perseguido por sus actividades profesionales después de que la ministra francesa de Justicia, Christiane Taubira, insinuara que no la sorprendería que su país le acogiera tanto a él como a Edward Snowden, el excolaborador de la Agencia Nacional de Seguridad de EE UU que reveló el espionaje global de Estados Unidos.

Taubira pertenece al ala izquierda del Partido Socialista, cada vez menos influyente en el Gobierno, sobre todo desde que Hollande nombró primer ministro a un duro cada vez más escorado a la derecha como Manuel Valls, quien se apresuró a desautorizar a la ministra con el argumento de que la vida de Assange no corre "peligro inmediato".

No pareció ser humillación suficiente que Wikileaks hiciera públicos documentos que demuestran que EE UU espió uno tras otro a Hollande y a sus predecesores en el Elíseo Jacques Chirac y Nicolas Sarkozy, además de a numerosas empresas.

Assange lleva desde 2012 sin poder salir de la embajada en Londres de Ecuador, país que le concedió asilo político después de que Suecia solicitase su extradición por supuestos delitos sexuales en los que muchos vieron sólo un pretexto para conseguir su posterior entrega a EE UU.

De la sumisión a Washington de los gobiernos europeos dio ya bochornoso testimonio el incidente ocurrido en julio de 2012 cuando el presidente boliviano Evo Morales se vio retenido horas en el aeropuerto de Viena por la sospecha de que en su avión oficial pudiera esconderse Snowden.

Si Assange está prácticamente prisionero en una embajada, Snowden sigue buscando un país occidental que comparta sus valores y le conceda asilo político para no tener que depender del que le ha concedido la Rusia de Putin.

Ni Francia, ni Alemania, cuya canciller y ministros han sido también espiados, ni, por supuesto, otros países de menor peso en la UE, han estado a la altura. Sólo intelectuales como el economista Thomas Piketty, los cineastas Jacques Audiard y Costa-Gavras o el ensayista Edgar Morin han salido en defensa de Assange y Snowden en una petición a Hollande en la que explican que ambos activistas han "pagado el precio del exilio por su valentía". Una vergüenza para una Europa obsequiosa con el poderoso y que se ensaña con los débiles.

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