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La esquina

El arma del dentista

Fue un norteamericano quien acabó con el león "Cecil", y no un español

El dentista que terminó con "Cecil", el por lo visto león más querido de Zimbabue, ha tenido que cerrar su clínica por la presión de los defensores de los animales que no le perdonan que se haya hecho con el codiciado trofeo cinegético. El dentista, que, por lo visto, pagó cincuenta mil euros por los derechos de la caza, más viajes y alojamientos, es norteamericano.

El caso del león muerto tiene, sin embargo, una trastienda que va mucho más allá de una clínica dental de Estados Unidos. Durante días, por razones desconocidas, se nos estuvo diciendo que el autor de los mortales disparos que terminaron con la existencia de "Cecil" era español. Hubo quien no se cortó a la hora de vincular la muerte de "Cecil" con la de un elefante en un país cercano. Sesudos analistas situados en "un pequeño país de allá arriba", que diría el entrenador que cierra una lista electoral, mezclaron churras con merinas y buscaron la raíz del mal en España.

Cómo sería la cosa que una televisión pública de ese país llamó "español" al honrado agricultor propietario de la máquina de la que saltó la chispa que provocó un importante incendio forestal en aquella comunidad. Los males, sean incendios forestales o muertes de leones, siempre vienen de España.

En situaciones como las anteriores no queda más remedio que recordar aquel cántico que pusieron de moda los tenistas y que decía "soy español, español, español...". Los tenistas españoles lo ganaban todo entonces y no tenían complejos en afirmar su procedencia. Ganaban trofeos y Copas Davis, alguna con paso previo por Gijón. No mataban ni leones, ni causaban incendios ni creaban ni un solo problema al dentista norteamericano al que le gusta la caza y al que ahora van a investigar para saber si fue el asesino de Kennedy, el toro que mató a Manolete o el taxista que llevó a Revilla a la Zarzuela cargado con latas de anchoas de Santoña.

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