Durante décadas, El Musel recibió toneladas de carbón por Reyes; y gracias al negro mineral el de Gijón se convirtió en un puerto de referencia para la carga y descarga de graneles sólidos. De manera que el regalo de los Magos no fue un castigo navideño de niño malo, sino una bendición. Con el carbón no se juega, pero sobre todo no conviene aventarlo. Que uno de los expedientados por la nube negra de la pasada semana sea EBHISA no deja en buen lugar a la Autoridad Portuaria, que preside esa empresa y que dispone del 68,8% de las acciones, y que está obligada a hacer cumplir la normativa ambiental en el puerto, sople el viento por el cardinal que se le antoje. Que una nube negra procedente de El Musel oscurezca el cielo veraniego de la villa marinera ha alcanzado la proeza de poner de acuerdo en la crítica a la clase política asturiana de todo signo y pelaje. Qué bien, que aunque sea por un mal asunto, el carbón haya vuelto de nuevo a unir a Asturias.
