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Clave de sol

El retorno al bipartidismo

Un proceso condicionado por populismos - y nacionalismos

Según los indicadores fiables -precisan los intérpretes de las encuestas divulgadas ayer-, todo apunta al lento retorno de la normalidad electoral, que consiste en el sensato bipartidismo tradicional con algunos contrapesos menores que contribuyen a equilibrar el sistema.

Pero ahí están los nacionalismos rampantes, el catalán enardecido y el vasco al acecho, además de los movimientos doctrinarios, teorizantes e iconoclastas capaces de verbalizarlo casi todo sin decir realmente casi nada. Se presenta, pues, como deseable un bipartidismo polarizado en el supuesto juego de las moderaciones: una derecha liberal, nada extremista, y un socialismo democrático y posible, además de complaciente con la Constitución.

Desideratum representativo, sin correr aventuras, de las grandes mayorías que configuran en realidad nuestro panorama político de fondo tras los llamativos resultados de las últimas elecciones, tan condicionadas por la irrupción de populismos juveniles, algunos de ellos antisistema.

Parece, en todo caso, que el populismo experimental viene dispuesto a desarmar la bolera. "No nos temblará el pulso?", advierte solemnemente un nuevo concejal con responsabilidades en materia económica. "No pondremos patas arriba la ciudad, pero hay que regenerar el Ayuntamiento", precisaba por su parte otra persona llamada a integrarse en un tripartito. Y por ahí seguido.

Pactos contra natura y triunviratos mixtos han suscitado algún desconcierto, como la elección de un alcalde en precario apuntalado por dos vicealcaldes de diferentes colores que limitarán su poder. Síguese de esto que la suma de poderes de dos vicealcaldes puede ser mayor que la capacidad de decisión del alcalde titular. Dicho sea de modo provisional.

¿Será verdad lo del retorno a la normalidad? ¿Y cuál es la normalidad? Seguiremos.

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