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Con vistas al Naranco

Ante el Festival de Ribadeo

Pasada la Virgen, entre el 20 y el 24, cierto número de xente alunada, que diría el gran Cunqueiro, nos reuniremos en Ribadeo, convocados por un artista, que es santo y seña de nuestro veraneo, Leo Erice, para celebrar su Festival Internacional de Música Clásica. Enlazaré por mi parte con el eco inextinguible del maravilloso Ara Malikian en la nueva edición del "Horacio Icasto" de la cercana Navia.

A diferencia del Teatro Campoamor, concebido para mostrarse a sí misma una cierta burguesía, melómana y supervestida, el Auditorio ribadense se llena de una mezcla de nativos y veraneantes, en alpargatas de playa y mar. Gentes que apenas nos vemos entre nosotros, pero que repetimos religiosamente cita estival. Y con vocación de que seamos muchos más, imprescindible para consolidar una programación tan cuidada y sorprendente.

Este año, desde cualquier punto de su largo recorrido nómada -Emiratos, Canadá, EE UU-, Leopoldo ha confeccionado programa extraordinario con solistas, amigos, de auténtico lujo.

Frederieke Saeijs, holandesa en cuyo equipaje viaja un instrumento histórico: el "Ex-Reine-Elisabeth" (1725), cedido generosamente por la Fundación Neerlandesa de Instrumentos Musicales. James Campbell, clarinetista canadiense, ya veterano del Festival. Instrumentista capaz de acompañar con profesionalidad y pasión creadora orquestas sinfónicas, grupos de cámara y hasta las aventuras de su hijo, amante de las músicas latinas. Tsuyoshi Tsutsumi, virtuoso del violonchelo intérprete de la mejor tradición occidental como de las músicas del país del Sol naciente. Toni Deaño, narrador, que da contexto dramático a las interpretaciones. Y como novedad, en busca de actualizar la complicidad local, la Banda Municipal y la Coral Polifónica de Ribadeo.

Antes de las representaciones, suelo pasar por el Breogán, aunque nada quiera tomar. Sólo busco penetrar en el sabor de un espacio que, como el Cantón, enternecía a Dionisio Gamallo Fierros, a Daniel Cortezón, a Antonio Fernández Cid, a Cándido Riesgo... a los que bien quise y cuyos espíritus están unidos a esa culta tradición de Ribadeo, que con tanta maestría subliman Leo, sus músicos y sus voluntarios, esas cinco noches agosteñas, que, tal cada año, volverán a ser memorables.

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