Antonio Silván fue durante muchos años uno de los políticos más prometedores de Castilla y León, un político cercano, afable y conciliador y además gestor notable. Durante tres mandatos llevó la carga de una de las consejerías más inversoras de la comunidad vecina, la de Fomento, y ahora ocupa la Alcaldía de León, llamado por Juan Vicente Herrera a la ardua tarea de pacificar el PP leonés, que salió malherido de los disparos que acabaron con la vida de Isabel Carrasco. Silván, gijonés consorte, veranea cada agosto en la villa de Jovellanos, ciudad que conoce bien y por la que manifiesta sincero aprecio, como por las corridas de El Bibio. Gijón tiene en el alcalde de León un aliado para trazar sendas que vinculen a ambas ciudades, tan cercanas y en ocasiones, sin embargo, tan poco próximas. Así, si Gijón es la playa de León y su puerto, León es la plaza más asturiana de Castilla.
